La Procuraduría General de la República ha anunciado como un gran logro de la República Dominicana un acuerdo negociado con la empresa transnacional de origen brasileño Odebrecht.

Es decir el Ministerio Público que representa al Estado dominicano se ha sentado a negociar con la Odebrecht, corporación que confesó y admitió ante el Departamento de Justicia de Estados Unidos que había pagado 92 millones de dólares en sobornos a funcionarios dominicanos, a cambio de obtener contratos de construcción de infraestructuras por valor de miles de millones de dólares.

Se trata de una negociación para obtener por una suerte de acción caritativa de la constructora Odebrecht solo una parte de lo que por ley está obligada a pagar al Estado dominicano.

Como era de esperarse, desde que se hizo el anuncio en la tarde de ayer, jueves 2 de febrero, la indignación de la ciudadanía ha crecido.

Y no es para menos. La gente se siente burlada, estafada, engañada, despreciada por sus autoridades.

…debemos llegar a la triste conclusión de que sobre nuestro país caerá el baldón de ser visto como reino de la corrupción y de la impunidad, un lugar donde cualquiera llega a hacer y deshacer siempre y cuando se alíe con políticos y empresarios inescrupulosos.

Si hasta ayer todavía una porción del pueblo dominicano albergaba alguna profunda esperanza de que serían descubiertos, puestos en evidencia y sometidos a juicio todos y cada uno de los que participaron de la red de corrupción organizada en torno a la Odebrecht, luego del anuncio del citado convenio no habrá quien se llame a engaño. ¿O acaso lo habrá?

Se repite el espectáculo vergonzoso de dar un trato especial y privilegiado a los ladrones de cuello blanco.

Y si comparamos lo sucedido hasta el momento en República Dominicana con el caso Odebrecht con lo que ha ocurrido en Perú, Brasil, Panamá, Venezuela, Colombia y Guatemala, entonces debemos llegar a la triste conclusión de que sobre nuestro país caerá el baldón de ser visto como reino de la corrupción y de la impunidad, un lugar donde cualquiera llega a hacer y deshacer siempre y cuando se alíe con políticos y empresarios inescrupulosos.

Con este bochornoso precedente no habrá moral para encerrar a cualquier ratero de poca monta, o por lo menos para negarle una negociación con el Ministerio Público o los tribunales.

Así que ya lo saben ladrones comunes: ¡Uníos y reclamad vuestro acuerdo tipo Odebrecht!

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