En lo que va de año, en la República Dominicana ya han sido asesinadas por lo menos 53 mujeres. Los crímenes han sido cometidos por sus maridos, ex maridos, novios, ex novios o enamorados, bajo el criterio de que la mujer es de su propiedad, y que no tiene derecho a decidir la pareja que le plazca.

Esos son crímenes de odio, y no de “amor” o de “pasión” como erróneamente se les define al algunos medios que dan a conocer esas tragedias familiares, en las que generalmente hay niños y niñas involucrados.

La definición de delito de odio, actualizada por Wikipedia dice lo siguiente: Los delitos de odio tienen lugar cuando una persona ataca a otra motivada exclusivamente por su pertenencia a un determinado grupo social, según su edad, sexo, identidad de género, religión, raza, etnia, nivel socio-económico, nacionalidad, ideología o afiliación política, discapacidad u orientación sexual.

En la República Dominicana falta mucho trabajo de las instituciones del Estado y de las instituciones educativas, religiosas y de la sociedad civil para reducir los crímenes contra las mujeres. Son crímenes evitables. Ningún hombre debe asesinar a su compañera, la madre de sus hijos, por celos o por cualquier diferencia que mantengan, o porque se hayan separado. El criterio en que han sido “educados” estos hombres subsiste aún, y viene de una historia traumática, tanto individual como colectiva, sobre la idea de que la mujer no decide o de que es preferible la muerte a la separación.

Pero más grave aún es el crimen masivo, como el que acaba de ocurrir en Orlando, Florida, contra las personas de la comunidad LGTB que disfrutaban en una discoteca una noche de fiesta. El asesino la emprendió contra todos los presentes y convirtió la discoteca en una lugar sangriento, probablemente sin que jamás haya cruzado una palabra con ninguno de los que allí estaban y se convirtieron en sus víctimas. Fueron 53 los muertos, incluyendo al propio Omar Mateen.

Crímenes de odio se cometen con frecuencia en los Estados Unidos, por parte de agentes policiales blancos, contra miembros de las comunidades afroamericanas. Crímenes de odio se cometen con frecuencia en la vieja y civilizada Europa, contra migrantes que han recalado allí en búsqueda de una mejor vida.

Crímenes de odio se cometen el Bélgica, por ejemplo, contra ciudadanos de ese país cuando terroristas atacan la terminal del aeropuerto de Bruselas y de una estación del Metro, asesinando a por lo menos 30 personas. Fue un crimen de terroristas patrocinado por el Estado Islámico, los mismos que el 13 de noviembre de 2015 asesinaron a más de 130 personas en París, en ataques es una discoteca, un estadio y varios restaurantes en la capital francesa.

El crimen contra una mujer, que en el caso dominicano en el 2016 ya sobrepasa las 53 víctimas, lo mismo que los crímenes de odio por razones religiosas, sexuales, de edad, de género o por nacionalidad, son crímenes que deben ser erradicados. Eso se logra con educación y con una vocación muy fuerte de parte de las instituciones de enseñanza, o las instituciones religiosas, para no incentivar las pasiones en personas que pudieran utilizar excusas para sus actos de odio. Y cuando las excusas se incuban en la política o en la religión siempre hay espacio para las justificaciones y hasta para la impunidad.

Hay que rescatar nuestra condición de seres humanos, por encima de cualquier otra condición, ya sea histórica, cultural, geográfica, religiosa, étnica o ideológica. La vida y el derecho de los demás a vivirla como les plazca es algo que corresponde a cada quien decidirlo. Esto parece sencillo, pero es algo que hay que trabajar muy seriamente en nuestra cultura y en nuestra formación desde el hogar.