Hoy es el Día Nacional de la Juventud. Es el momento más adecuado para felicitar a los jóvenes dominicanos, y los que relacionados con lo dominicano, se encuentran en muchos lugares del mundo, sorprendidos, expectantes, sin saber qué hacer ante las sorpresas y desafíos que les está trayendo este mundo convulso y de reversa ante la globalización.
El Brexit, la fuerza del conservadurismo y su llegada al gobierno de Reino Unido, la elección de Donald Trump en los Estados Unidos y el inicio de su gobierno con una primera semana convulsa, marcada por las protestas, el rechazo, las manifestaciones y la búsqueda de explicaciones a la preparación del mundo para una tercera guerra mundial, como ha dicho Mijail Gorbachov. Son solo algunos de los aspectos a los que se enfrenta la juventud de hoy, dominada por los jóvenes de los países desarrollados, más conocidos como millennials, por su visión del mundo, por su exposición a las nuevas tecnologías, y porque desconocían aspectos de la vida política e institucional que estaban reservados a los tiempos duros que sus padres y abuelos vivieron.
Temas como las migraciones, las oportunidades de trabajo, el acceso a los estudios universitarios, son muy importantes hoy día, pero para los jóvenes de países como Estados Unidos eran asuntos superados. Por eso las ideas de un personaje como Donald Trump resultaban insólitas y extravagantes, y las consideraron imposibles de aposentarse en la Casa Blanca.
Son los jóvenes que no acudieron al proceso político en Reino Unido los que están lamentado su apatía. No fueron a votar en la consulta del 23 de junio del 2016 y los mayores conservadores decidieron por ellos. Fueron los jóvenes que se encandilaron con Bernie Sanders en el proceso electoral de los Estados Unidos, que se negaron a acudir a las urnas porque Hillary Clinton no era de su interés, los que hoy están escandalizados en las plazas de Estados Unidos, marchando contra Donald Trump y sus políticas que consideran truculentas.
Lo bueno de este momento que vive la humanidad, y en particular Estados Unidos, es que esos jóvenes se enfrentan a una realidad desconocida y tratan de encontrar alternativas. Durante los últimos ocho años, en los Estados Unidos por ejemplo, conocieron de un presidente como Barack Obama, políticamente correcto, respetuoso, con un discurso elaborado, amante de las ciencias y promotor y usuario de las nuevas tecnologías. Muchos de ellos nacieron cuando finalizaba la gestión de Bill Clinton o cuando George W. Bush era presidente norteamericano.
La gente joven, a la que no le importaba nada, que no sabía nada de las luchas por los derechos civiles, que sólo se interesa en cuestiones recreativas y en el confort tecnológico, también está sacudida. Las mujeres, los profesionales, las organizaciones de interés social están golpeadas. Eso va a traer algo positivo. Ya nos e hablará desde el gobierno de Estados Unidos de apoyo a la lucha contra la pobreza, ni del cambio climático y menos de los derechos de las minorías o de la receptividad con los migrantes. Es un mundo globalizado que termina. Es una solidaridad despedazada y un camino cerrado para los sueños de millones de jóvenes.
En la República Dominicana la realidad es diferente para los jóvenes. Una gran cantidad de los jóvenes no tiene oportunidad para estudiar y tampoco tiene oportunidad de trabajo. La pobreza y la marginalidad son la compañía permanente de una gran cantidad de jóvenes dominicanos. Su desafío es sobrevivir en medio de la opulencia de los ricos, de los burócratas oficialistas, y de la precariedad de los servicios públicos. Entrar en la delincuencia representa el camino equivocado, o el camino de la muerte.
La atención en salud es precaria, la educación pública es deficiente, la violencia intrafamiliar y doméstica es gravísima y muy elevada, los embarazos en adolescentes siguen creciendo, el acceso a la educación superior está condicionado. Incluso hasta el acceso a vivienda, a transporte, agua potable y a caminar por las calles seguras está reservado a grupos reducidos y a lugares exclusivos.
Los jóvenes de hoy, tanto en República Dominicana como en otras partes del mundo están desafiados a la acción, a poner su rabia y su inteligencia en actuar para transformar el estado de cosas y alcanzar el mundo que desean. Ahí está la urgencia de los jóvenes hoy.