La corrupción es un flagelo que socava el desarrollo de la sociedad. La corrupción sin sanción es uno de los peores problemas del país, porque da pie a la impunidad, y de paso a la indiferencia. Por un lado aparecen ciudadanos indignados, pidiendo sanciones en los casos en que es evidente el uso y abuso del poder para enriquecerse ilícitamente.
Por otro lado, hay ciudadanos que entienden, ante la corrupción sin sanción, que todo está perdido, que el país no tiene dolientes y que lo mejor es olvidarse de pedir, exigir y reclamar lo correcto. Eso es meterse en problemas, se atreven a decir.
El presidente ha dicho que tiene interés en combatir la corrupción. Lo ha repetido desde hace tiempo. Fue una de sus mayores promesas. Y el año pasado pidió que se organizara una cruzada para combatir la corrupción en la administración pública. Y de ahí surgió la Iniciativa Participativa Anticorrupción (IPAC), impulsada por organismos internacionales.
Sabemos que el presidente es el primer aliado del combate a la corrupción. Lo difícil, ha dicho el doctor Fernández, es obtener las pruebas para procesar a los corruptos. El presidente tiene el apoyo de organismos como el Departamento de Prevención de la Corrupción, de la Comisión Nacional de Ética y Combate, de la Contraloría General de la República, la Cámara de Cuentas y hasta del Departamento Nacional de Investigaciones, en caso de que fuese necesario que apoye en este empeño.
Enfatizamos la voluntad del presidente debido a que este año 2011 ha sido definido como de la Transparencia en la Gestión Pública. Es una reiteración del doctor Fernández de que desea enfrentar la corrupción, castigarla, sin que ello implique que destroce a nadie de su gobierno.
En ambos casos (Bautista y Serulle) el gobierno podría dar un buen ejemplo. Y tiene los mecanismos para pedir las explicaciones necesarias.
Hay dos casos en los cuales se puede avanzar, si se tiene una política de hacer frente a la corrupción o a quienes den señales de que podrían estar abusando de los recursos públicos. Ya una vez el doctor Fernández propuso que había que invertir el fardo de las pruebas en materia de corrupción, y que quienes fuesen señalados debían demostrar su inocencia.
Por la transparencia de que es partidario este gobierno, el senador Félix Bautista, seguidor del presidente Fernández, e impulsor de la reelección, debe ser estimulado a explicar su fortuna. Cómo ha llegado a amasar una cantidad de dinero como la que evidencian sus propiedades y ahora sus inversiones en Panamá y en Haití. Sería saludable. Incluso se habla de su incursión en la industria de la construcción, en forma muy firme, con inversiones cuantiosas en millones de dólares.
El otro caso es el del síndico de Santiago, Gilberto Serulle, que ha entregado la administración de las propiedades inmobiliarias del gobierno local a una empresa particular sin el consentimiento de la sala capitular y sin licitación. También ha dado contratos de grado a grado, sobre recogida de basura, y ha comprado vehículos y otros bienes y servicios sin la transparencia que exige la ley.
En ambos casos el gobierno podría dar un buen ejemplo. Y tiene los mecanismos para pedir las explicaciones necesarias. Si ambos funcionarios dan explicaciones que justifiquen sus bienes y negociaciones, pues bien, todos quedaremos satisfechos, y restableceremos la confianza en nuestras autoridades.