La tragedia
El llanto es lo único que nos llega al conocer de la muerte del periodista y profesional agropecuario Blas Olivo. El dolor por esta muerte trágica de un hombre dedicado a su trabajo, sin conflictos públicos por razones políticas o económicas, que siempre estaba dispuesto a trabajar por el campo y por los productores dominicanos.
Blas Olivo fue asesinado miserablemente, a tiros, y lanzado en una zona rural del municipio Piedra Blanca, de la provincia que lo vio nacer: Monseñor Nouel, a donde acudió el fin de semana para visitar la tumba de su madre.
La Policía Nacional tiene un compromiso con este caso, asumido por el Jefe de la Policía Nacional, Manuel Castro Castillo, quien designó una comisión de oficiales para investigar la tragedia y dar con los responsables del crimen. Paz a los restos de nuestro querido amigo y hermano Blas Olivo, y nuestras condolencias a toda su familia. Que su recuerde quede siempre presente y que los productores del campo nunca lo olviden, en especial en la Junta Agroempresarial a la que por tantos años sirvió.
El llanto
En su poema Alturas de Machu Picchu, Pablo Neruda escribe unos versos dolorosos, sobre las injusticias antiguas y la reivindicación posible para los que se marchan. Son esos versos los que deseamos recuperar para recordar la memoria de Eduardo Galeano, un intelectual, escritor, ensayista, periodista, poeta, que siempre tuvo presente a los más desvalidos del continente americano, para contar sus historias. Galeano acaba de fallecer en Montevideo, Uruguay, a los 74 años, y ha sido y seguirá siendo uno de los emblemas de la rebeldía intelectual del continente.
Con Neruda a mano, en este momento de su partida, le decimos:
SUBE a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
El dolor
La muerte del escritor alemán Günter Grass, a los 87 años, es motivo de dolor y luto para la literatura universal. Con una prosa áspera y atractiva, Günter Grass obtuvo el premio Nobel de Literatura y en España alcanzó el premio Príncipe de Asturias en el área de las letras, en 1999. Luego publicó su libro de memorias Pelando la Cebolla, con el que provocó una intensa polémica sobre los intelectuales alemanes y de otros lados del mundo que cooperaron con el nazismo o que simpatizaron inicialmente con las ideas de Adolfo Hitler.
Günter Grass hizo literatura comprometida, política, y fue un ensayista robusto, con posiciones firmes, sobre temas de libertad, transparencia, compromiso social y político. Y fue un hombre polémico, pero fue también un humanista que sirvió profundamente a su país y a Europa en una época convulsa, marcada por las incomprensibles y las diatribas. Cumplió un gran papel de mover las conciencias con una literatura robusta y audaz, especialmente después de publica su novela cumbre, El tambor de hojalata, en 1959. Paz a sus restos.