¿Comenzará el gobierno ahora una disputa con la sociedad civil sobre la cantidad de personas que acudió a la Marcha Verde del domingo 16 de julio?

¿Reaccionará el gobierno al manifiesto de la Marcha Verde, en que se considera a Danilo Medina imputable penalmente por el caso Odebrecht, y particularmente por los datos que se han divulgado sobre Punta Catalina?

¿Estará el gobierno en condiciones de disputar, ahora como parte de un debate, la responsabilidad o no del presidente Danilo Medina en los sobornos de Odebrecht o en el financiamiento ilegal de las campañas electorales?

Por lo visto, y por la tendencia que ha tomado una gran parte de los asalariados oficiales en los medios de comunicación, queda la impresión de que ese es el camino que pretende seguir el gobierno, ya sea por orientación de su equipo estratégico o por recomendación de sus asesores externos.

Hasta el momento el presidente Danilo Medina ha guardado silencio sobre estos asuntos, salvo escasas excepciones en que se ha pronunciado. Por ejemplo, en su discurso del 27 de febrero, sin siquiera mencionar el movimiento verde que estaba en su etapa de crecimiento. Se podría argumentar que la posición de ignorar las demandas no ha detenido el movimiento. Tampoco las actuaciones oficiales con la creación de la comisión para investigar lo de Punta Catalina, o las actuaciones del Ministerio Público.

Pese a las posturas oficiales, el movimiento verde ha seguido creciendo. Y en la última marcha fue clarísimo que creció y que endureció su discurso contra el presidente Danilo Medina.

Tal vez se debe asumir que esta entidad, Marcha Verde, es una nueva realidad de la política dominicana, y que actúa independiente de los partidos políticos. Es cierto que sus reclamos van dirigido al que gobierna, y eso sería de gran apoyo para los que aspiran a sustituir al PLD en el poder en las elecciones de 2020. Ello no significa, sin embargo, que todas las flechas van dirigidas a las autoridades.

Y es en ese sentido que el presidente Danilo Medina y su equipo debían plantearse una postura más flexible y hasta dialogan con Marcha Verde. El movimiento ya ha cumplido seis meses, y no da tregua para un descanso. Ahora anuncian marchas locales y nuevas tareas para presionar al gobierno. Vale decir, que Marcha Verde se prepara para golpear al gobierno en la base popular, que es uno de los apoyos importantes que el gobierno ha mantenido, por los programas clientelas que se han mantenido.

Otros temas quedan estancados, como la seguridad ciudadana, la persecución de Diandino Peña, el robo de Los Tres Brazos, el soborno por los aviones Tucano o el desastre de los hospitales públicos. Demandas populares por acueductos, agua potable, empleos, caminos vecinales, apoyo a los ganaderos del país, lucha por las importaciones de productos o reducción de los apagones.

En vez de estar mostrando fotografías de la marcha del domingo, diciendo que hay trucos y manipulaciones, que hubo apenas 10 o 15 mil personas, al gobierno le conviene mirar más adelante y prevenir los efectos de los choques que podrían venir. Adelantarse, por ejemplo, retomar la iniciativa en asuntos que son vitales. Y más que anuncios en los medios, o declaraciones de los funcionarios, que sean las actuaciones, los datos, los que se impongan. Y no se trata de que queramos ofrecer consejos, pues bastantes consejeros tienen las autoridades. Es que ya el Movimiento Verde está consolidado, con una dirección horizontal, y con escasas posibilidades de ser llevada a un callejón sin salida, o de ser deteriorada en su ímpetu y diversidad social.

Se trata de un movimiento que ha calado en la sociedad, que cuenta con motivos fuertes para recibir apoyo, y que tiene credibilidad. Ya han quedado atrás las declaraciones del Ministro de Interior y Policía, Carlos Amarante Baret, y la colocación de drogas al dirigente mocarro de Los Peregrinos, Juan Comprés. Tanto el gobierno, como el PLD, como los partidos políticos de la oposición, sabe que el escenario político ha cambiado con la presencia de un nuevo actor. Ese actor podría estar representando hoy la antipolítica en la República Dominicana. Esa es apenas una posibilidad.