La decisión del papa Francisco de nombrar a Francisco Ozoria Acosta como arzobispo metropolitano de Santo Domingo ha sido una sorpresa. Monseñor Ozoria, obispo de San Pedro de Macorís desde 1997, ha sido tan discreto, que ni siquiera los medios que adelantaron posibles sustitutos del arzobispo Nicolás de Jesús López Rodríguez, lo tomaron en cuenta.
Su vida sacerdotal y luego como obispo ha estado marcada por la sencillez, la humildad, la conciencia social y la disposición al diálogo. Por tanto, no busca reconocimientos, ni pleitesías, ni halagos, y en el buen sentido de la palabra es considerado por quienes lo conocen como un sacerdote profundamente cristiano y un hombre auténtico de la Iglesia.
Habrá quienes tratarán de sacar todos los entresijos de la historia personal y familiar del nuevo arzobispo de Santo Domingo, y en particular los grupos conservadores le reclamarán su postura sobre los migrantes y los dominicanos de ascendencia haitiana desnacionalizados, o su posición inicialmente de apoyo a la labor del sacerdote de San José de Los Llanos, Christopher Hartley, quien tuvo que salir del país por las denuncias que hizo sobre las condiciones de vida de trabajadores cañeros del sector privado. Quienes sacan ese expediente deberán tomar en cuenta que como obispo de San Pedro de Macorís actuó en defensa de la integridad de su diócesis, y que finalmente estuvo de acuerdo con la salida de Hartley, en particular por los problemas judiciales que se generaron a partir de sus denuncias.
Monseñor Francisco Ozoria Acosta es el primer negro designado como arzobispo de Santo Domingo, desde la creación de la misma en 1511. Coincide en la gestión que iniciará con el primer negro designado como nuncio papal en República Dominicana y delegado apostólico en Puerto Rico, el nigeriano Jude Thaddeus Okolo. Se entiende que la labor del nuncio fue importante para la presentación de la terna al papa Francisco.
Ozoria Acosta es un hombre de Iglesia. No se conoce como un obispo recalcitrante, ni como un alabancioso que acuda tras el boato del poder, ni como un derechista que aplauda las proclamas de barricada de los grupos ultraconservadores. Ha sido coordinador de la Pastoral Haitiana, y ha sido párrafo en numerosas parroquias de lugares apartados y pobres, y conocen la esencia y la identidad del pueblo dominicano. Las conoce desde la pobreza.
La decisión del papa Francisco ha sido buena. Nos parece que el nuevo arzobispo de Santo Domingo genera muchas esperanzas en las comunidades eclesiales a las que servirá en la iglesia metropolitana.
Cuando se analiza la historia de los arzobispos que ha tenido Santo Domingo se sabe de algunos que han sido esclavistas, otros que han sido extranjeros y que desconocían la identidad del pueblo dominicano, algunos que ni siquiera llegaron a tomar posesión del sillón arzobispal, y otros que tuvieron hijos y nietos o que fueron políticos militantes, o que hasta llegaron a la presidencia de la República, como Fernando Arturo Meriño o Adolfo Alejandro Nouel.
Ozoria Acosta es un arzobispo de ascendencia humilde. Nació en Nagua. No tiene alcurnia, ni apellidos rimbombantes, ni abolengo que mostrar. Los grupos tradicionales que ejercen el poder, y que han hecho historia influyendo en las designaciones de los arzobispos de Santo Domingo, tendrán que conformarse y apoyar a este nuevo arzobispo, designado por el papa Francisco, que deberá hacer mucho bien en su gobierno de la arquidiócesis de Santo Domingo.
Dos sacerdotes nos han expresado mensajes de alegría y satisfacción por la llegada de Ozoria:
“Fue la mejor elección, es un hombre sencillo, sensato, y tiene olor de sacerdote de pueblo, estamos alegres”, dice uno. “Buenísima gente, con mucha sensibilidad social, hombre de Iglesia. Aunque no creo que gustará al ayante social dominicano, pues su estilo es super sencillo”, dice el otro mensaje.
Al papa Francisco le queda completar los vacíos que existen en la Conferencia Episcopal de la República Dominicana. Varios obispos ya han terminado su misión, por la edad o por traslado, y están pendientes nuevas designaciones de por lo menos cinco nuevos obispos.
Son los siguientes: Baní, por el traslado a Santiago de su obispo, Freddy Bretón
San Francisco de Macorís, por la edad de Monseñor Fausto Mejía
San Pedro de Macorís, por la designación del obispo en la arquidiócesis de SD
Higuey, por cumplir su obispo Gregorio Nicanor Peña, los 75 años, y
San Juan de la Maguana, por la edad de obispo José Dolores Grullón Estrella.
Estos nuevos obispos deberán fortalecer la Iglesia Dominicana, con designaciones provenientes de un clero diocesano o religioso que pueda entender y asumir los desafíos a los que se enfrentan, y en particular con el debate y realización de un nuevo sínodo plenario para replantear la pastoral de la Iglesia local.