La revolución cubana, y su líder Fidel Castro, inspiraron el movimiento revolucionario de América Latina. El foquismo y los movimientos guerrilleros que se lanzaron tras la conquista del poder, luego de que los barbudos de la Sierra Maestra lo hicieran, fueron muchos. Detrás de esos movimientos guerrilleros hay ancestrales reclamos de justicia un lagunas de sangre derramada.
El Ché Guevara en Bolivia, Camilo Torres en Colombia, Francis Caamaño en la República Dominicana, son apenas parte de un amplísimo movimiento de liberación nacional que inspiró la revolución cubana, y que se forjó sobre la persona de Fidel Castro.
Su templanza, su temperamento, su liderazgo, su firmeza, su rechazo invariable del capitalismo y de las injusticias que ese sistema representa, fueron parte de la iconografía que se forjó Fidel Castro. Discursos de siete y ocho horas, larguísimas conversaciones de hasta 700 horas con intelectuales y escritores, como Ignacio Ramonet, su versión sobre las religiones, sobre la historia del movimiento revolucionario, sobre Africa o sobre cualquier tema que le interesara, eran exaltados como parte del mito en que se convirtió este hombre extraordinario, líder la revolución socialista realizada en el patio trasero de los Estados Unidos.
Con ese mito contribuyó también Estados Unidos, con un embargo económico y político de más de 50 años, y con las historias sobre la influencia de Fidel Castro en la política interna de ese país, incluyendo hasta en el asesinato de John F. Kennedy.
Fidel ha muerto, luego de una convalecencia de 8 años. Se retiró en el 2008 del poder, como secretario general del Partido Comunista de Cuba, y como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, aparte de jefe de Estado y del gobierno revolucionario de Cuba.
Mientras el sistema socialista se desmoronaba en todo el mundo, Fidel se mantenía fiel a los ideales del marxismo y sosteniendo con habilidad un régimen que a todas luces parecía ya agotado. El gobierno revolucionario cubano se convirtió en el gobierno de los ancianos, el más conservador de los regímenes del continente, y con serias y severas deficiencias para poder levantar la economía, la productividad y generar divisas.
Muchos factores le apoyaron y ayudaron a sostener un régimen en franco deterioro. Unión Soviética fue su primer sostén importante, y luego lo fueron otros países del campo socialista que se fueron agotando, hasta que apareció la oportunidad de Venezuela, que ha contribuido extraordinariamente a sostener un país en crisis. En donde hay desabastecimiento, hay tiendas para nacionales y para turistas, y circulan dos monedas vergonzosamente diferenciadas: Los CUC para los ricos y los pesos cubanos para los pobres. Aparte de una burocracia oportunista y corrupta que se ha enquistado en los aparatos estatales que para nada sueltan el poder que ya acumularon.
La muerte de Fidel Castro es un parteaguas para la revolución cubana. Raúl Castro quería realizar reformas, pero la presencia de su hermano, que a veces le corregía o le hacía rectificar, era un elemento importante para no acelerar los cambios. El sistema económico francamente agotado, con una estructura militar y familiar controlando el poder y administrando las empresas generadoras de divisas, solo vaticinaban cambios. El revolucionario Fidel Castro era el símbolo para mantener la vieja revolución socialista.
Enviando profesionales, médicos y maestros, al exterior para generar divisas, llevó a Cuba a quedarse sin profesionales, y de paso comenzó a producirse una migración masiva de personas que, aún no siendo enemigas de la revolución, sabían que aquello se había agotado y buscaban donde desarrollarse con más dignidad. Es cierto que Cuba avanzó mucho en educación, en salud, en deportes, pero mutiló la iniciativa productiva de los cubanos, cercenó la posibilidad de que las personas generaran riquezas, y eso fue matando poco a poco los sueños de redención que prometió Fidel y que 58 años después de aquella hazaña no era posible verla en los hogares de los cubanos.
Ese es el drama de la sociedad cubana. Aprendió a amar un líder que prometía la dignidad y la redención social, pero que en base al sacrificio, obligó a los cubanos a vivir en una celda imposible de soportar. Fidel fue la libertad y también representó la cárcel. Muchos factores lo explican.
Lo que debemos esperar es que los procesos que se desencadenen a partir de ahora no sean traumáticos, y que los cubanos -divididos como están- encuentren la fórmula de la reconciliación y de la reconducción de su sociedad por un camino de justicia y bienestar. Algo fácil de pedir y difícil de conseguir.