El gobierno del presidente Luis Abinader obtuvo notables éxitos en su política de reclamar que la comunidad internacional asumiera con responsabilidad la solidaridad con Haití, y por tanto no dejando que el tema haitiano quedara en una cuestión bilateral entre Haití y la República Dominicana.

Como parte de esa política el presidente Abinader realizó notables esfuerzos antes del 7 de julio, fecha del magnicidio del presidente Jovenel Moise. Quedó claramente expresa por el canciller Roberto Álvarez la política dominicana de solidaridad con Haití, y de aprovechar la buena vecindad para que los haitianos pudieran fortalecer la democracia y mejorar las condiciones de vida de la población.

Como parte de ese esfuerzo de buena vecindad, los presidentes Abinader y Moise firmaron el 10 de enero de 2021 un acuerdo con más de una docena de puntos de cooperación, entre Haití y la República Dominicana. Aparte de ello el gobierno dominicano admitió que Moise debía terminar su mandato el 7 de enero de 2022, y no el enero del 2021 como reclamaba la oposición.

El gobierno del presidente Abinader realizó numerosos esfuerzos diplomáticos en el Consejo de Seguridad, a través del embajador José Singer, para que ese organismo discutiera y tomara decisiones a tono con los reclamos dominicanos.

El doctor Roberto Álvarez, en varias ocasiones se refirió al asunto haitiano en términos claros y amistosos, procurando el apoyo de la comunidad internacional. Visitó Puerto Príncipe, luego de un encuentro bilateral en la frontera, y los haitianos comienzan a cambiar de actitud ante la política dominicana sobre la presencia de la comunidad internacional en sus asuntos. Se recuerda que en noviembre del año pasado Moise rechazó que el Consejo de Seguridad de la ONU diera más apoyo a Haití con temas de democracia y seguridad.

Como parte de los esfuerzos del presidente Abinader, al pronunciar un discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, este año, el presidente dedicó duras palabras para reclamar apoyo de la comunidad internacional para Haití. Y posteriormente firmó un acuerdo con los gobiernos de Panamá y Costa Rica, que se solidarizaron con la posición dominicana.

Como telón de fondo teníamos una comunidad internacional negada a seguir insistiendo en que los haitianos se pusieran de acuerdo. las versiones que se manejan es que en la Secretaría General de la ONY y en el Consejo de Seguridad hay incredibilidad sobre una solución a la crisis haitiana. El Consejo de Seguridad porque tiene la objeción de la República Popular China a cualquier entendimiento con Haití, porque Haití mantiene sus relaciones diplomáticas con Taiwán. Y en el caso de la Secretaría General por cansancio, agotamiento y convencimiento de que encontrar puntos de avenimiento es terriblemente difícil.

Hubo dos hechos bilaterales que el gobierno dominicano manejó con gran destreza: El secuestro de ciudadanos dominicanos en Haití, posteriormente liberados en buenas condiciones, y la diferencia fronteriza por la construcción de un canal que extraía el agua del río Masacre para uso agrícola en Haití.

De cada uno de esos temas el país salió sin cambiar su política. Con el magnicidio del presidente Moise hubo también cautela y trato diplomático delicado, así como con el terremoto de Les Cayes, que mató a miles de personas en el sur de Haití, en julio pasado.

La insistencia del presidente Luis Abinader en desarrollar una política de colaboración con Haití, viéndolo como el país vecino en precarias condiciones, le llevaba a tocar el tema con frecuencia. Eso molestó al actuar ministro de exteriores de Haití, Claude Joseph, quien emitió un mensaje considerado imprudente, diciendo que así como Haití tiene problemas de inseguridad, también los tiene República Dominicana. No hay punto de comparación. Haití tiene parte de su territorio controlado por las bandas. En nuestro país el gobierno controla su territorio, tiene el monopolio de las armas y no tiene casos de secuestro y de falta de institucionalidad.

Esa declaración por Twitter del doctor Claude Joseph, el 1 de noviembre, el gobierno debió asumirla con menos dramatismo. Desde ese momento la política del gobierno ha cambiado. El gobierno ha pasado a las diferencias bilaterales y olvidado todo cuanto se estuvo promoviendo. Nos cansamos muy rápidamente. Y abandonamos la política de buena vecindad por un Twitter. La política exterior hay que llevarla con sangre fría y pensar bien los pasos a dar, previendo siempre el movimiento del otro y la posible respuesta. Con Haití no podemos cansarnos. Somos sus únicos vecinos y los acuerdos de Francia y España en 1777  (Tratado de Aranjuez) nos condenan a vivir juntos, en la misma isla, querramos o no.

Hubo despliegue militar en la frontera. Aumentó la protección y cuidado de los puntos más calientes del intercambio entre los dos países, y el Ministerio de Exteriores anunció la suspensión por tiempo indefinido de las visas para estudiantes universitarios haitianos, además de que se pusieron en marcha otras decisiones para restringir el movimiento de los migrantes haitianos en República Dominicana.

El presidente convocó al liderazgo político y económico a una reunión en el Palacio Nacional, y para este lunes habrá una nueva reunión. El presidente Abinader ha dicho y repetido que no permitirá que las bandas haitianas pasen a territorio dominicano. También ha anunciado nuevas medidas que ponen en segundo plano la política de promover la responsabilidad de la comunidad internacional. Hemos pasado al plano del diferendo bilateral. Tal vez esa es una forma de llamar la atención de la comunidad internacional.  ¿Es ese el cambio en la estrategia?

Estamos aplicando una fuerza muy grande, con el esfuerzo del gobierno, a una cuestión que merece otro tratamiento. Hay mucha desinformación, pero también hay gente echando gasolina al fuego. El país tiene que cuidar su frontera, pero no tiene razones para pelear con Haití, y tampoco para echar una batalla contra las bandas haitianas. Ese sigue siendo un tema de Haití, y de la comunidad internacional, no nuestro. Hay muchas otras opciones que tiene el gobierno dominicano, pero una cosa debía quedar clara: no pelear con el desvalido, con el que está en situación de gravedad, como está Haití. Los mecanismos diplomáticos tienen ocupar su lugar, y la Cancillería Dominicana retomar el rol que le corresponde, para que el gobierno se ocupe de las múltiples tareas que tiene el presidente en sus manos.