Delcy Yapor, quien transportaba niños en un minibús, murió asesinada este lunes en horas de la mañana, mientras transitaba por la calle Francisco Prats Ramirez, del ensanche Evaristo Morales.
Un disparo en su pecho le segó la vida. El disparo traspasó el cristal del vehículo que ella conducía. Dos niños, un varón y una hembra, iban dentro del minibús y fueron testigos del crimen.
Muchas hipótesis han surgido desde la muerte de Delcy Yapor. Muchas versiones han corrido por los medios de comunicación y las redes sociales. Una versión dice que fue asesinada por un motorista que iba en vía contraria por la Francisco Prats Ramirez, y a quien Delcy reprochó su violación a la ley de tránsito. Otra versión dice que el disparo provino de alguien que repelía un asalto a una dama en la proximidad.
Los familiares y amigos de Delcy no tienen consuelo, pues la tragedia es muy aterradora. Ella no tenía conflictos conocidos, era una persona de bien, de trabajo, participaba de una comunidad cristiana, junto a su esposo, que es diácono, y todo parece un accidente, más que un asesinato premeditado.
La sensación de inseguridad que vive una gran parte de la sociedad se acrecienta con crímenes como este. En un país donde a las 7 de la mañana una mujer que trabaja en el transporte de escolares puede morir acribillada a balazos, cualquier cosa podría pasar. No estamos en guerra, pero la letalidad de la delincuencia es tan alta que usted, un familiar suyo o cualquier otra persona puede morir mientras se dirige a su trabajo, o a la escuela, o a la Iglesia, o a la universidad.
Quien debe ofrecer certidumbre es el gobierno.
La Policía Nacional informó en la tarde de ayer que se trató de un crimen fortuito, no premeditado. Que el autor de la muerte fue un ex raso de la Fuerza Aérea Dominicana, Franklin Padilla Núñez, quien intentó enfrentar a dos delincuentes en una motocicleta que asaltaron a una dama en la calle Francisco Prats Ramírez. Se acuerdo con el informe de la Policía Nacional, en la escena fue recolectado un casquillo calibre 40, y que analizado por técnicos de la sección de balística forense del Laboratorio de Criminalística de la PN, determinaron que coincide en sus características individuales con la pistola marca Glock KAR336, que portaba Padilla Núñez, y que él admitió haber hecho un disparo. Ese disparo quitó la vida a Delcy Yapor. La Policía Nacional debe seguir investigando, pero los datos parecen concluyentes.
Volvemos al tema del porte y tenencia de armas de fuego. Y volvemos al problema de que ciudadanos que llevan armas de fuego consigo, por las razones que sean, las utilizan para hacer frente a los delincuentes y disparan sin tomar en cuenta que pudieran hacer más daño que bien al disparar a un ladrón o un violador de la ley.
Quien dispara un arma de fuego debe tener mucha seguridad de lo que hace y que, en caso de proteger su propia vida, no dañe más que a su agresor o sus agresores. Tenemos un caso en que un ex miembro de la Fuerza Aérea ha querido enfrentar a delincuentes que han robado y dispara contra ellos como si en la vía no transitaran más personas. Ha quitado la vida a una persona inocente, que se encontraba realizando una labor muy noble, y que no tiene participación ninguna con actos delincuenciales. Es un asesinato involuntario. Un gran dilema para la sociedad. Un error muy costoso, que de seguro la familia de la persona afectada no lo considerará tan sencillamente como puede considerarlo la Policía Nacional.
Es un tema de reflexión, para que quienes tienen armas no la utilicen queriendo salvar a las víctimas de los robos y asaltos, y con ello, sin querer, le quiten la vida a personas inocentes.