Me quedé perplejo cuando escuché a Felucho Jiménez, entrando al Congreso Nacional, referirse al caso de Joao Santana como una “pendejaita”, y pensé que por esa vía estaba insultando la inteligencia de los que lo escucharon o los estaba retando a demostrar lo contrario.
Sus propios compañeros de partido entendieron que el tema debía enfrentarse sin pérdida de tiempo, y aplicando estrategias de “manejo de crisis”, pues se prepararon para enfrentar el caso haciendo una rueda de prensa relámpago en la que presentaron la renuncia, presurosamente escrita, del gurú del marketing electoral. La carta, por cierto, dice que “desperté esta mañana con la noticia de que mi nombre estaba siendo ligada a una supuesta trama”, pero cuatro párrafos más adelante dice que “desde la semana pasada me puse a disposición de las autoridades de Brasil”. Entonces, no fue esa mañana que se enteró que su nombre estaba siendo relacionado con el caso Lava-Jato, más bien lo sabía hace un buen tiempo.
Hizo bien el Comité Nacional de Campaña, y el siempre eficiente Francisco Javier García, en actuar con rapidez y comenzar de inmediato a guardar distancia del publicista para contener daños. Santana fue asesor en la campaña de Medina del 2012, lo era para la actual campaña y una de sus compañías poseía un registro de suplidor del Estado, lo que parece implicar que también trabajaba para el gobierno. Esos datos son suficientes para no tomar el caso como una “pendejaita”.
La estrategia de los abogados de Santana y su esposa es clara: se declararan culpables de una infracción fiscal que no tienen como negar al no declarar al fisco brasileño sus ingresos a través de distintas compañías por sus trabajos de asesorías a candidatos suramericanos y hasta africano y caribeño, con lo que pretenden separarse del caso Lava-Jato por el que se les investiga, que es el caso de Petrobras y la financiación de las campañas de Lula y Dilma.
Pero para hacer que la estrategia funcione, tienen que ofrecer declaraciones sobre cuánto cobró, cómo cobraba, quién cobraba, y sobre todo quién pagaba esos fondos que no declaraban y ahora deberán declarar, pagando los impuestos correspondientes, con sus penalidades. Las autoridades brasileñas querrán saber si los fondos que llegaron al publicista provienen de Petrobras y para eso habrá que dar toda la información del origen de los fondos y a través de cuáles personas, físicas o morales, fueron canalizados.
Ya la esposa de Santana, que era quien le manejaba sus finanzas, ha declarado un esquema definitivamente corrupto: que en algunos países, como Venezuela y Angola, Santana hacia el trabajo, lo facturaba una de sus compañías fuera de Brasil, y le pagaba nada menos y nada más que Odebrecht, una firma constructora con numerosos contratos de obras públicas en esos países.
Fíjense que Santana ni su esposa han señalado a la República Dominicana como uno de los casos dentro de ese esquema, pero tampoco lo han negado. Parecería que el brasileño es reticente, pues incluso señaló que no recuerda cuánto cobró en República Dominicana y es lógico que así sea pues como profesional que es tratará de hacer, con sus declaraciones, el menor daño posible a sus clientes y sobre todo en el caso dominicano, con elecciones el 15 de mayo. Si los fondos recibidos hubiesen sido pagados por el PLD, a la campaña de Medina la habría convenido que se dijera de inmediato y todavía le conviene, al margen de la cantidad que se haya pagado.
Pero tomando en cuenta la estrategia de los abogados del publicista, existe la probabilidad de que los datos del caso dominicano, sobre cuánto cobró, cómo lo cobró, quién le pagó y otros datos relacionados, tengan que ser ofrecidos a las autoridades brasileñas, que han probado ser más eficaces que las dominicanas filtrando información a la prensa.
Después de un excelente discurso electoral el pasado sábado ante la Asamblea Nacional, que logró record de cobertura mediática, y luego de la encuesta de Greenberg- Diario Libre de este lunes, que le otorga una ventaja de 21 puntos a dos meses y medio de las elecciones, el presidente Medina debería reconsiderar su estrategia del caso y asumir las consecuencias de la “pendejaita esa” en un solo golpe y evitar que el caso se pase el resto de la campaña electoral golpeando su candidatura. Es cierto que tiene 21 puntos de ventaja, pero debe recordar que está a menos de 6 puntos de una segunda vuelta, con un margen de error de 3.7%.
Para eso bastaría aplicar el dicho aquel de que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, y antes de que alguien se adelante y pida al PLD información sobre los pagos a Santana, en virtud de la Ley de Libre Acceso a la Información Pública (que obliga a los partidos por recibir fondos públicos), o de que la noticia llegue desde Brasil, el PLD y su candidato deberían adelantarse y ofrecer toda la información al respecto.
De no hacerlo permitirían que la gente perciba que no la divulgan porque ciertamente los pagos lo hacía Odebrecht. Esta última compañía podrá haber ganado todos los concursos, pero no cabe duda de que como contratista de decenas de obras públicas en la República Dominicana, tenía un serio conflicto de interés. Si fuese una empresa norteamericana, estaría siendo perseguida en virtud de la Ley de Prácticas Corruptas Extranjeras (FCPA, por sus siglas en inglés).
En la República Dominicana los conflictos de intereses como el señalado permitirían la descalificación de cualquier participante en un concurso público, pues la Ley de Compras y Contrataciones refiere a la Convención Interamericana contra la Corrupción, que tipifica claramente el soborno transnacional.
Ahora que hace su entrada al país otro asesor muy renombrado, Rudolph Giuliani, también sería recomendable que el PRM y su candidato Luis Abinader informaran al país cuánto está costando y de dónde provienen los fondos para pagarle, pues la alianza oficialista sin ninguna duda hará estas preguntas en cualquier momento.
¡Vaya “pendejaita” esta de Joao!