Los peruanos se encuentran en un serio dilema ante el proceso electoral del próximo 5 de junio, cuando se celebren las elecciones de segunda vuelta, para escoger entre el indigenista Ollanta Humala y la hija del ex presidente Alberto Fujimori, Keiko Fujimori.

Perú es un país con una gran institucionalidad y que ha consolidado su proceso democrático. Alan García retornó a la presidencia a través del APRA, el más tradicional de los partidos que han sobrevivido a la crisis de las estructuras políticas en ese país.

Paradojas de la vida y de la política, el APRA, el partido en el poder, no presentó candidatos presidenciales en la primera vuelta electoral, y casi todos los candidatos quedaron con 15, 18 y 20 por ciento del electorado, quedando fuera casi todos, entre ellos el ex presidente Alejandro Toledo, quien se entendía podría jugar un papel relevante en el proceso político y económico del Perú, luego de haber tenido un mandato que relanzó la economía.

Los resultados de la primera vuelta son desconcertantes para los residentes de Lima, la capital peruana, pues votaron por los candidatos de centro, los más moderados y ponderados, pero esas propuestas no resultaron. Y para la segunda vuelta quedaron dos candidatos considerado de los extremos.

Mario Vargas Llosa, uno de los peruanos más universales, dijo que al Perú le quedaba escoger entre dos enfermedades catastróficas: o el cáncer o el VIH-SIDA. Así definía a Ollanta Humala y a Keiko Fujimori.

El proceso peruano deja lecciones trascendentes. Nadie puede ser descartado, de plano, como aspirante presidencial. Ya lo había demostrado Perú cuando se presentaron en segunda vuelta, en 1990, las opciones de Mario Vargas Llosa y Alberto Fujimori, y los peruanos escogieron al hombre del tractor, que se llamaba campesino, al que le decían de cariño “el Chino”, pero que era de ascendencia japonesa.

Y Fujimori quiso reelegirse, se reeligió, instauró una dictadura, eliminó el Congreso, la Corte Suprema, y el terror de Vladimiro Montesinos se hizo presente, con crímenes como el de La Cantuta, y con el control de los medios de comunicación por la vía del chantaje y la extorsión.

Tiene razón Vargas Llosa, en este momento, al decir que ante los dos extremos, prefiere la escogencia de Ollanta Humala y no el retorno de Fujimori al poder, por la vía de su hija. Gran paradoja la que se presenta en el Perú.