La migración es un desafío para cualquier país. Estados Unidos, que es la potencia universal, debate en estos meses una nueva ley de amnistía migratoria para millones de ciudadanos de todo el mundo, principalmente de América Latina, que se encuentran indocumentados por años y décadas.

México, Guatemala, Perú, Chile, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador o República Dominicana tienen todos serios problemas migratorios.

El Papa Francisco ha dicho que la migración tiene que ser vista con los ojos de la solidaridad, del hermano que necesita de apoyo, y que el cristianismo se expresa mejor sirviendo de sostén al migrante despojado de recursos, de documentos o de salud.

Lo mismo nos pasa en la República Dominicana. Es tierra expulsora de migrantes y receptora. Debemos tener leyes que nos ayuden a definir lo que queremos ser en este aspecto.

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