El Ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, y el Fiscal del Distrito Nacional, Alejandro Moscoso Segarra, anunciaron este martes que 970 nuevos agentes de la Policía Nacional pasarán a trabajar en la labor de patrulla en las calles de barrios de la capital y de las provincias.

Es una medida positiva, si ciertamente los policías harán eso: vigilar las calles y otros espacios públicos para que las personas decentes no sean víctimas de los delincuentes.

El problema histórico de la seguridad ciudadana en nuestro país ha sido que miles de agentes policiales hacen de todo, menos labor de vigilancia policial.

Han pasado muchos ministros de Interior y muchos jefes de la Policía Nacional, y casi todos han prometido que pondrán a los agentes policiales a trabajar en las calles para prevenir la delincuencia, pero luego se olvida la promesa y todo sigue igual.

Se habla de que hay más de 5 mil policías en labores particulares, atendiendo a funcionarios, a familiares de funcionarios, a los amigos de otros funcionarios y hasta haciendo de custodios de empresas privadas.

En esas circunstancias, el número de agentes que realmente sale a las calles a patrullar, a vigilar, para prevenir el delito, no es suficiente.

Dicen los expertos en seguridad, que el delincuente o potencial delincuente, se atreve a cometer el hecho delictivo si cree puede, es decir si cree que tiene posibilidades de salirse con las suyas.

Pero cuando intenta cometer una fechoría en un lugar vigilado, lo piensa dos veces.  La vigilancia policial viene a ser un elemento de disuasión  para el delincuente entrenado y para el que está tentado a comenzar a delinquir.

La mejor política contra el delito común es la prevención que proviene de la vigilancia  a todas horas de las calles y otros espacios públicos.

Ojalá que este nuevo paso dado por las autoridades de Interior y Policía y por el Ministerio Público se embarque en esa visión.