Hay dos triunfos que la sociedad dominicana debe celebrar: La marcha de este domingo en reclamo del fin de la impunidad, y el acuerdo anunciado el viernes por el Procurador General de la República, Jean Alaín Rodríguez, mediante el cual la empresa Odebrecht se comprometió a devolver al Estado el duplo del monto entregado como soborno a funcionarios públicos dominicanos: 184 millones de dólares, sin renunciar a continuar la investigación hasta obtener los nombres de las personas que resultaron beneficiadas con el dinero público.
La marcha de este domingo fue un acontecimiento contundente. Nunca antes se habían reunido tantas personas para reclamar, como lo hicieron, el ceso de la protección de los corruptos. Sin una estructura organizativa compleja, ni con recursos, sin la presencia de motoconchistas, miles de ciudadanos se congregaron pacífica y voluntariamente para reclamar, con su presencia y su caminata desde la 27 de Febrero con Máximo Gómez, hasta el Parque Independencia, que no es posible continuar con el estado de impunidad que sobrevive para el entramado político y administrativo del Estado.
Las dudas han estado presente en la opinión pública sobre la sinceridad de la investigación que realiza la Procuraduría General de la República. Hemos sido testigos del esfuerzo que ha realizado el Ministerio Público para completar un cuadro creíble y con las pruebas que permita una actuación judicial sin contratiempos sobre esta investigación. Que las dudas subsisten es cierto, pero poco a poco hay avances. Uno de ellos es que se haya conseguido el compromiso de la empresa Odebrecht para pagar 184 millones de dólares, y aceptar la suspensión para participar en licitaciones temporalmente. Era algo que se había reclamado, porque varios países habían logrado acuerdos con la empresa, comprometiendo a Odebrecht a devolver el monto del soborno entregado, mientras que en República Dominicana se ha aplicado la ley de sobornos y el monto a pagar el duplo de los 92 millones de dólares.
La marcha es un mensaje contundente al poder político y al Ministerio Público, en el sentido de que este caso representa un punto de inflexión y que no es posible nuevos casos de impunidad ante la corrupción comprobada por parte de agentes políticos. Países como Guatemala, Perú, Brasil, Panamá, Colombia persiguen la corrupción y están dando ejemplo de cómo es posible castigar a los corruptos, sin importar que sean presidentes, vicepresidentes, líderes políticos, congresistas, presidentes de los diputados o senadores, o ministros del gobierno.
Los mensajes de Gustavo Montalvo, ministro de la Presidencia, y José Ramón Peralta, Ministro Administrativo, parecieron coincidir con los convocantes y participantes de la marcha de este domingo. El gobierno también está empeñado en castigar la impunidad. Desde el presidente hasta el Procurador General hay un mensaje claro de que este caso no es uno más, sino que es el más grave de los casos jamás conocido en el país, pues rompió con los esquemas establecidos para los negocios internacionales, y puso de un solo lado la voluntad del Estado para asignar grandes obras de infraestructura.
Aunque no nos guste el acuerdo con Odebrecht, porque deseamos que el monto a pagar incluya las sobre valuaciones, el acuerdo permitirá que el Estado reciba por lo menos 8,556 millones de pesos. No sabemos el período en que se pagará ese monto, pero es un avance y la Procuraduría debería seguir con sus investigaciones hasta descubrir quienes son los receptores de los 92 millones de dólares. La gente aspira a saber esos nombres, y desea sanción contra ellos. La marcha de este domingo era eso lo demandaba.
Las autoridades judiciales de Brasil han anunciado que será en Junio cuando se ofrezcan los detalles de los financiamientos ofrecidos por Odebrecht a los procesos electorales en América Latina y Africa donde intervinieron. Se habla de por lo menos 10 países. En República Dominicana se espera con ansias que esos datos se den a conocer.
De modo que damos la bienvenida al acuerdo de la Procuraduría con Odebrecht y a la marcha de este domingo. Las dos cosas se relacionan, positivamente. Ya lo veremos más adelante.