Luis Ignacio Lula Da Silva salió de prisión este viernes, luego de pasar un año y 7 meses en una cárcel de Curitiba, Brasil, condenado por malversación de fondos y por haber facilitado actos de corrupción que involucraron al Partido de los Trabajadores.
Una decisión del Tribunal Supremo de Brasil facilitó su puesta en libertad. Sin embargo, también una decisión judicial le impidió ser candidato presidencial en las últimas elecciones, y el derechista Jair Bolsonaro ganó la presidencia de ese gran país.
Lula ha dicho que sale sin odio de la cárcel. Su suplicio fue mucho más amplio, pues pasó 4 años asediado jurídica y políticamente, bajo las más variadas acusaciones de ilícitos, tanto suyos como de su partido.
Viendo el cuadro político de Brasil, Lula sufrió las consecuencias de un plan para ponerlo fuera del proceso político. Ese plan resultó exitoso y la derecha más radical de Brasil retuvo la presidencia, con la destitución de Dilma Rousseff, y luego la mantuvo con la elección de Bolsonaro.
Esa es la política y la realidad de América Latina. Brasil fue ubicado en el primer mundo, como la octava potencia más consolidada del mundo, pero resultó que Brasil se fue desmoronando y perdió su condición de democracia ejemplar para ser gobernada, como lo es dirigida hoy, por un fantoche que ha cometido las tropelías más denigrantes, como la quema de una gran parte de la amazonía brasileña.
La salida de Lula de la cárcel de Curitiba representa ahora una esperanza para Brasil. Miles de personas se concentraron para recibirle en libertad y escuchar sus orientaciones. Lula ha salido de la cárcel para dar una batalla política. Esperamos que el encierro de un año y siete meses, le haya permitido renovarse, sacudirse de las sombras que le doblegaron, y que busque la reconquista del poder para dar ejemplo, no para conseguir venganza.
Bolivia, Chile, Ecuador, Perú, Nicaragua, Argentina, Colombia han pasado por momentos críticos. Brasil está conminado a replantearse el liderazgo que una vez tuvo, pero dejando la corrupción y la coima como sistema de relacionamiento, y tal vez sea Lula el líder que los brasileños estaban esperando.
Como en la República Dominicana, que los presidentes han pasado del sillón presidencial a la cárcel, en Brasil se repite la historia, con el ingrediente de voltear la torna: que desde la cárcel se vuelve a la presidencia del país, como pasó con Nelson Mandela en Africa del Sur.