La lectura es uno de los mayores placeres de la vida. Mucha gente no conoce el placer de leer, porque apenas se acercó a la lectura como obligación. Sin embargo, no hay nada comparable con la lectura a la hora de identificar los placeres más edificantes y saludables de los seres humanos. Además, sólo los seres humanos tenemos la facultad de escribir y leer, de plantar nuestras ideas, de inventar y fabular mundos, de dar vidas y forjar personales de ficción que se convierten en reales a través de la historia, como ha ocurrido con El Quijote de la Mancha y muchos otros personajes fruto de la ficción.

República Dominicana padece de baja lectura, y por tanto de escasa transmisión del conocimiento a través de los libros. Quedan pocas librerías en Santo Domingo, y ya no podemos hablar de librerías en los pueblos. Se han cerrado, y lo mismo ha ocurrido con las editoriales dominicanas. El libro dominicano es hoy realidad por la labor de instituciones públicas que siguen haciendo publicaciones, y por la decisión individual de los autores de hacer sus propias publicaciones a riesgo de que prácticamente nadie las consuma, a menos que sean obsequiadas.

Es baja la presencia del Estado estimulando publicaciones o aportando apoyo a editoriales. Las universidades, que en el pasado fueron fuentes de numerosos proyectos editoriales, abandonaron esa responsabilidad, y los estudiantes se auxilian de lo que pueden en la búsqueda de referencias bibliográficas, lo que ha fortalecido el fotocopiado como una realidad en la formación de los profesionales y académicos dominicanos.

En 2008 se preparó y aprobó una ley, la 502-08, de promoción del libro y la lectura y de promoción de las bibliotecas. Hay bibliotecas en la República Dominicana, pero escasamente actualizadas. El padre Jesús Hernández, fundador de la Biblioteca Antillense Salesiana, falleció en enero de este año. Era el gran sostenedor de los libros de filosofía, historia, cultura. Nadie como él para que ese proyecto sobreviviera. Las hermanas Uribe han ido perdiendo fuerza. Virtudes sobrevive pero Juani se nos fue, y La Librería La Trinitaria languidece en la Ciudad Colonial, sin que el libro dominicano tenga quien lo defienda y lo divulgue entre las grandes universidades del mundo.

Es cierto, como ha dicho Frank Moya Pons, que hay muchas formas de lectura que resultan innovadoras, como las redes sociales, el libro electrónico y el audio libro. Sin embargo, el libro físico es un señor imponente que sobrevive y ha sobrevivido cientos de años, desde que Gutemberg masificó con la imprenta la divulgación del conocimiento.

El Estado está comprometido a brindar apoyo al libro, estimular la lectura y propiciar que las políticas culturales sostengan las pequeñas editoriales que, como Cielonaranja, realizan una extraordinaria labor de promoción y divulgación de la literatura y la cultura dominicanas.

Es un trabajo que no puede hacerse individualmente, a través de cada autor. Es una labor que debe reunir la voluntad de personas e instituciones, academias, centros culturales, instituciones públicas y privadas, entidades financieras. Se trata de la transmisión y conservación del conocimiento y la creatividad de los autores dominicanos.

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, y un autor que ha sumado su genio e influencia en la divulgación universal de temas dominicanos, ha dicho sobre la lectura palabras hermosas y lúcidas, que deben divulgarse en nuestro país, como las siguientes:

"Yo creo que aprender a leer fue para mí un hecho absolutamente fundamental, recuerdo con enorme entusiasmo, con enorme alegría, lo que fueron las primeras historias que podía leer, de tal manera que la lectura se convirtió desde esa edad, que era una edad muy pequeñita, en el gran placer de mi vida”.

Aprovechemos la condición de seres pensantes, seres humanos sensibles, seres creativos, y no abandonemos la poesía, el cuento, la novela, el ensayo, que son los géneros en los que tradicionalmente navegamos.

"Yo tuve la suerte de que me ocurriera así y creo que los libros han sido la gran aventura de mi vida, que los libros me han dado todo ese sueño infinito que tienen los niños de viajar, de ser exploradores, de ser marinos, de volar en el espacio, todo eso me lo dieron los libros”, ha dicho Mario Vargas Llosa. Seamos exploradores de los libros. Disfrutemos los libros y seamos buenos lectores.