Hay quienes se han atrevido a rechazar la calidad de la fuente de los datos a que hemos hecho referencia, y que están contenidos en la Encuesta Nacional de Inmigrantes en la República Dominicana 2017, y dados a conocer en junio del 2018. Uno de quienes rechazaron estos datos ha sido precisamente Fernando Caamaño, quien fuera director de la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (SISALRIL).

Muchos otros descerebrados no sólo han atacado los datos y las fuentes, sino que han utilizado con más saña el recurso que tanto les gusta, porque es propio de su naturaleza sabandija: Agredir, maldecir, insultar, escupir su veneno tanto como le ha sido posible.

Los datos oficiales son los que valen para los temas de políticas públicas y análisis de los programas de solución de los temas a solucionar. Resulta insólito que hayamos llegado a extremo de rechazar los datos oficiales sobre asuntos migratorios. La Oficina Nacional de Estadísticas, el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo actúan en nombre del gobierno dominicano, y han recibido apoyo de la Unión Europea y del Fondo de Población de las Naciones Unidas. ¿Si no acudimos a los datos que surgen de la ENI-2017, cuáles datos podríamos utilizar, Fernando Caamaño?

Recientemente el Centro para la Observación Migratoria y el Desarrollo Social en el Caribe (OBMICA) dio a conocer el libro con el “Estado de las Migraciones que atañen a la República Dominicana 2017”. Es un documento de 337 páginas, que para el caso dominicano analiza el fenómeno migratorio en la región del Caribe, y en particular se detiene a analizar con detalles minuciosos los datos de las migraciones dominicanas.

Pero los grupos que han querido convertir la migración haitiana en una cuestión de vida o muerte para los dominicanos no quieren mirar tampoco estos documentos. Nada les funciona ni les sirve, salvo sus prejuicios, sus atragantamientos inventando invasiones, asesinatos colectivos, envenenamiento de acueductos y otras sandeces que sólo están en su cabeza y que si alguien tiene intención de hacerlo, son precisamente ellos.

No nos llamemos a engaños. Los datos son lo que son y no hay forma de ocultarlos. Fernando Caamaño lo sabe, porque manejó estadísticas en la SILSARIL y porque sabe que el sistema de seguridad social y aseguramiento dominicano funciona y se sustenta gracias a las estadísticas y al uso que hace de ella la Tesorería de la Seguridad Social. A menos que los datos estén falsificados.

En 2017 se alcanzó la cifra de 258 millones de personas en condición de migrantes en todo el mundo. De ellos, 106 millones corresponden a Asia, 61 millones a Europa, 38 millones a América Latina y el Caribe, y 36 millones a Africa.

La región del Caribe emitió 8.2 millones de migrantes, que se fueron a otros lugares del mundo. El Caribe alberga a 1.6 millones de inmigrantes, que representan el 3.1% de su población total, estimada en 43.8 millones de personas. En 2017 Puerto Rico y Jamaica fueron los dos países de las Antillas Mayores que sobresalieron por su elevada tasa de emigración con respecto a su población: Puerto Rico con 53% y Jamaica con 38%.

La República Dominicana sigue siendo el destino que más inmigrantes recibe en términos absolutos con 424,964 migrantes que representan un 3.9% de su población. Ese es el dato, y se repite porque la fuente es confiable, porque hay una metodología utilizada en la investigación que ha sido probada, y que tiene sustento en entidades públicas son solvencia y en instituciones extranjeras que también son solventes. Los países de la región que menor cantidad de migrantes reciben son Cuba (0.11%), Haití (0.37%) y Jamaica (0.81%).

Estados Unidos acoge a 49.7 millones de migrantes, y siguen siendo uno de los principales destinos migratorios a nivel mundial, de modo que alberga casi el 20% del total de los migrantes internacionales. Más del 60% de los inmigrantes del Caribe en los Estados Unidos proviene de Cuba, Haití, República Dominicana, Jamaica, Trinidad y Tobago.

Estos son los datos, y retratan una realidad que no puede ser desdibujada por prejuicios y por odios. Las campañas de odio de los grupos nacionalistas buscan una tragedia, que profundice las diferencias entre dominicanos y haitianos, y por eso hasta se frotan las manos cuando sienten que ya suenan los tambores de guerra. Los dominicanos no debemos auspiciar injusticias ni odios, y menos contra migrantes, que son seres humanos, y que sienten y les duele, como ocurre a los dominicanos que migraron, cuando los discriminan y cometen injusticias en su contra.