Luego de tres operaciones para tratarse un cáncer, el presidente Hugo Chávez se presentó como candidato a las elecciones presidenciales del pasado 7 de octubre, en Venezuela, y utilizando los recursos del poder, además de su fuerte simpatía en los sectores más empobrecidos, conquistó una nueva reelección presidencial.
La de Chávez es una batalla política de corto alcance. Sus días están contados y él lo sabe. Por eso designó como sucesor al vicepresidente Nicolás Maduro, y en caso de que no pudiera tomar posesión, como manda la Constitución, pidió a sus seguidores que voten por Maduro, el seguro candidato presidencial por el chavismo.
Sabiendo que sus días estaban contados, Chávez no abrió la posibilidad a que uno de sus seguidores, Nicolás Maduro, por ejemplo, se presentara como candidato en las elecciones del 7 de octubre. Fue él y el pueblo le votó mayoritariamente. Utilizó incluso su propia calamidad para ganar simpatías y arrebatarle a la oposición la posibilidad del triunfo electoral.
Hay que recordar que en las elecciones del 2000 el doctor Joaquín Balaguer, con más de 90 años se presentó como candidato presidencial por el Partido Reformista Social Cristiano, impidiendo de ese modo que se presentara un candidato más joven que él, como forzosamente tuvo que permitir a Jacinto Peynado en las elecciones presidenciales de 1996.
Los políticos son egoístas y celosos con sus procesos electorales, y en caso de Hugo Chávez la gravedad de su salud lo pone más que a nadie en evidencia. Nelson Mandela, con todo el apoyo de su pueblo, y con salud, prefirió dar paso a nuevos líderes en su nación. Luis Ignacio Lula Da Silvio con un gran apoyo de la sociedad abrió las puertas a la postulación de Dilma Rousseff. Se trata de desprendimientos políticos que deben hacerse más comunes.
La situación de salud de Hugo Chávez lleva a Venezuela a una situación preocupante. O volver a un proceso electoral presidencial o agonizar junto a Hugo Chávez por unos meses. Los países no pueden vivir situaciones como esas, los procesos se atrasan, las instituciones pierden calidad y la democracia se deteriora. Por un ego político engrandecido, como el de Hugo Chávez, Venezuela está hoy en la mira de todo el mundo. ¿Qué pasará es la pregunta que todo el mundo se está haciendo? ¿Es Nicolás Maduro el sustituto más adecuado para Venezuela?
Venezuela tiene, además, un liderazgo construido por Chávez a base de una política solidaria con las naciones de América Latina en las formas de pago del petróleo venezolano. Muchos países que se benefician de Petrocaribe siguen con atención y temor lo que pase a Venezuela y a Chávez, pese a que Maduro ya ha dicho que el programa seguirá.
¿Era necesario que Chávez, muriéndose, se lanzara a una campaña electoral como la que lo llevó a ganar la reelección en octubre, sabiendo que no podría completar el mandato? ¿No es eso una irresponsabilidad política y un abuso del poder que tiene el presidente sobre la mayoría de votantes de Venezuela?