El escarceo por la designación de Wilfredo Lozano, sociólogo, investigador y profesor por muchos años de sociología y miembro destacado de la FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, de quien fue dirigente de su oficina principal), es una intolerancia de quienes tienen el derecho a disentir en una sociedad democrática, pero a respetar ciertas normas en el juego democrático de las ideas y de la convivencia social.

Wilfredo es sin dudas junto al fallecido profesor Franc Báez, uno de nuestros destacados investigadores en uno de los temas más acuciantes de la agenda de gobiernos y organismos internacionales: la migración. Por el contrario, contar con un especialista de su nivel, nos enaltece como país y a los estudiosos sociales de la región.

Animo el debate, me gustaría saber a ¿quién sugieren los ciudadanos que con todo derecho cuestionan el nombramiento de Wilfredo Lozano?

Cuestionar su nombramiento al frente de un instituto de migración, en un país que comparte frontera y que posee más de 2 millones de dominicanos repartidos en el mundo, no solo es un contrasentido, sino, un escamoteo deslucido por quienes, abrazando la bandera del nacionalismo, se consideran impolutos y más dominicanos que cualquiera, lo cual no deja de ser una intolerancia y una práctica antidemocrática, de quienes combaten las ideas, con intolerancia e insultos. La patria nos pertenece a todos -as- por igual, y nadie tiene el derecho de apropiarse de su sublimación, nadie, y menos quienes de ella nos excluyen por pasiones y empequeñecimientos.

Nos agradaría un debate si se colocara a una persona que no reúna las condiciones profesionales y las competencias requeridas para el desempeño de tan importante instituto, que entre sus funciones básicas está la investigación, estudio y propuestas que mejoren el vínculo entre las dos naciones ante un hecho complejo, dificultoso por la contaminación ideológica y,como si fuera poco, abordando un tema reiterado entre las dos repúblicas: la delicada cuestión de la frontera y la inmigración.

Quisiera que los cuestionadores me sugieran una limitación profesional de quien está designado como director del Instituto de Migración que pueda sopesar y ponderar como válido. Quisiera conocer de los ciudadanos que levantan su queja, su opinión sobre la congelación tantos años del reglamento migratorio, de la opinión de Juan Pablo Duarte sobre el pueblo haitiano.

El derecho a disentir es una expresión de vida democrática y no podemos más que celebrarla, pero la democracia también se rige por procedimientos y equidades de todo tipo para evitar los excesos, que siempre serán inadecuados para la convivencia social. Que sepa yo, los puestos públicos no tienen destinatarios previos, ni sello ideológico o apellidos, porque fueran discriminatorios, más bien cualidades que se ajusten al perfil de las posiciones.

Animo el debate, me gustaría saber a ¿quién sugieren los ciudadanos que con todo derecho cuestionan el nombramiento de Wilfredo Lozano? ¿Acaso ese candidato a sustituirlo,que deben tener quienes lo cuestionan, posee la gradualidad racional de la paciencia, o simplemente los puestos públicos deben ser ocupados por quienes respondan a ciertas ideologías al margen de su cualificación?

En todo caso, independientemente de la posición mía, de uds. o la del profesor Wilfredo, todos tenemos derecho a tener una opinión, un credo y una elección libre de las ideas, por tanto, permitamos que un ciudadano  con el nivel intelectual y profesional para ejercer una posición pública, lo haga, sin prejuiciarnos acerca de su inclinación supuesta; en todo caso, tiene el mismo derecho como ciudadano a ejercer el puesto, lo contrario es intolerancia y prácticas totalitarias, distantes a las que caracterizaron al patriota Juan Pablo Duarte,Padre de la Patria. Demócrata a carta cabal, contrario a sus oponentes, que lo vejaron, para ser al final, la negación de la patria. Cuidemos los excesos, no son buenos consejeros.