El presidente Danilo Medina, en una entrevista con cuatro periodistas dominicanos que le acompañaron a la VII Cumbre de las Américas, abordó temas de mucho interés que debemos repasar.

Un tema que el presidente Medina abordó fue el de la corrupción en la administración pública. Recordemos el discurso del presidente Medina en el sentido de que se combatiría la corrupción en su administración, y que quien cometiera cualquier indelicadeza que fuera conocida o denunciada, sería tomada en cuenta, que él mismo llamaría a la persona, indagaría y procedería hasta con la cancelación de la administración pública del denunciado.

Claro, luego de ganar las elecciones vino la teoría de que no era conveniente, en materia de corrupción, tirar piedras al pasado.

Alicia Ortega, del Grupo SIN, fue quien preguntó al presidente por el tema de la corrupción, las decisiones judiciales controversiales, criticadas por amplios sectores de la sociedad. El presidente Medina no quiso hablar del tema que le preguntaron, pero se refirió a la nueva filosofía de su administración: No participar de controversias. El silencio a veces le da mejores resultados que el andar diciendo cosas. ¿Y cómo mide eso el presidente? Aparentemente por su popularidad medida en las encuestas.

Veamos lo que dijo el presidente Medina:

“No me gusta la controversia. Hablo poco, y a veces el silencio me resuelve un problema más fácil que cuando yo hablo”, expresó el primer mandatario.

Dijo también que en el país existe una separación de poderes, que él respeta. “Estamos haciendo un gran esfuerzo en transparencia, hasta tal punto que todas las instituciones públicas tengan una Comisión de Veedores de la sociedad civil, del sector empresarial, que verifiquen los concursos que hacen para que les pongan freno a cualquier tentación que pueda tener un funcionario al momento de ejecutar alguna obra”.

Nada qué ver con la pregunta. Pero esa fue su respuesta, echando a un lado la cuestión de la impunidad y las decisiones judiciales controversiales, rechazadas por el conjunto de la sociedad. La misma sociedad que el presidente toma en cuenta en las encuestas de popularidad.

El presidente lo dejó más claro cuando dijo que “en la responsabilidad que corresponde a otro yo no puedo inmiscuirme. Que sea la sociedad la que haga su valoración y que cada quien responda a lo que le puedan decir, pero nosotros estamos comprometidos con un gobierno transparente, en el que las cosas se hagan según las reglas y que no se afecte los intereses de nadie, dándole oportunidad a todo el que pueda competir de manera igualitaria…Pero yo meterme en la controversia de lo que está pasando en el país no me corresponde, por muchas razones”.

Hasta este punto fue la respuesta del presidente de la República al tema de la impunidad en la justicia.

Como presidente Danilo Medina tiene el mandato de la Constitución de la República para hacerla respetar, y en particular cumplir con el artículo 146 sobre la proscripción de la corrupción, y en particular su acápite 3 que dice que es obligatoria la declaración jurada de bienes de los funcionarios “a quienes corresponde siempre probar el origen de sus bienes, antes y después de haber finalizado sus funciones o a requerimiento autoridad competente”.

El presidente Danilo Medina no puede adoptar una postura indiferente ante la corrupción del pasado y del presente. Todo el mundo entiende que el presidente cuida su popularidad y que tiene un serio asunto con las presiones al interior de su partido, por el tema de la reelección presidencial, que será discutido el 19 de abril en una reunión del Comité Político, por primera vez en un lugar fuera de su casa presidencial.

Pero de ahí a que el jefe del Estado se margine de los asuntos controversiales, que diga abiertamente que el silencio le da mejores resultados que hablar de un tema que preocupa al país, no concuerda con la función de ningún jefe de Estado. Y más cuando se trata de asuntos de corrupción en la administración pública, enriquecimiento ilícito y distorsión de los mecanismos legales e institucionales de justicia. La andanada de la pasada semana de Mariano Germán, el presidente de la SCJ contra el Procurador General de la República, sí tiene que ver con las funciones del presidente.

Nadie debe olvidar que Mariano Germán acusó falsamente al Procurador de llamar a la desobediencia civil, o de incitarla, al desafiar a la justicia, por rechazar justamente una decisión maliciosa y políticamente denigrante del trabajo realizado por el Ministerio Público para higienizar la vida pública.

Extraña la posición del presidente sobre estros temas. Un caso que requiere más atención y más reacciones de la sociedad dominicana.