El jefe de la Policía Nacional, mayor general Manuel Castro Castillo, declaró la pasada semana que en la institución que dirige no se aceptan homosexuales ni lesbianas, debido a que los reglamentos internos así lo establecen.
Es probable que sea así, y que institucionalmente la Policía Nacional tenga una veda para curarse de las personas con orientación sexual distinta de la heterosexualidad. Faltaría saber cuáles son las políticas que aplica la Policía Nacional para determinar la orientación sexual de las personas al momento de su ingreso. También faltaría saber si cuando alguien que ya es agente policial cambia de orientación sexual, y decide mostrar su condición de homosexual o lesbiana, si de inmediato se le hace un juicio, se le sanciona o se le expulsa deshonrosamente de la institución.
Sería bueno que el jefe de la Policía Nacional, para completar la información que ofreció, dijera si hay algún tipo de estudio de conducta que oriente a los miembros del equipo de selección del personal de la institución, y cuál es el sustento psiquiátrico, psicológico o médico de tal decisión.
Como hay que supone que la Policía Nacional constantemente evalúa a sus miembros, habría que aceptar que al tiempo que se evalúa la orientación sexual de sus miembros, también evalúan su conducta sexual, si son violentos, violadores sexuales, pederastras, criminales, ladrones, asaltantes, extorsionadores, secuestradores o criminales en serie.
Es importante que la Policía Nacional, a partir de la declaración de su jefe el Mayor General Manuel Castro Castillo, aclare qué haría su institución si descubriera que en el pasado reciente ha habido varios jefes policiales que han sido homosexuales. ¿Se les quitaría de la galería de ex jefes policiales? ¿Se les retiraría la protección que les corresponde? ¿Se les procesaría por haber mentido a la institución? ¿Se les condenaría por haber sido jefes policiales y al mismo tiempo ser homosexuales en el closet?
El tema, por supuesto, da para mucho, y podría generar muchos debates sobre la propia conducta de la Policía Nacional dominicana, comparándola con los cuerpos policiales de otros países, en donde sí existen leyes de protección para los ciudadanos, sean policías o civiles, que declaran ser homosexuales y por eso no se les persigue, ni se les expulsa, y en el cambio se les protege frente a la discriminación y la homofobia que su condición de trabajo pudiera ocasionar.
El Mayor General Manuel Castro Castillo debe saber, como sabemos que lo sabe, que el asiento que él ocupa como jefe de la Policía ha tenido varios homosexuales dando órdenes y tomando decisiones, de la misma forma que él ahora lo hace. Por tanto, si existe algún reglamento interno que prohíbe la homosexualidad, lo que debe hacer el jefe policial es auspiciar su eliminación.