La gestión del alcalde del Distrito Nacional, David Collado, representa una gran diferencia en la administración pública tradicional.
No se nota mucho porque las disputas políticas en el Partido de la Liberación Dominicana y en el gobierno han sido muy estridentes, y ocupan prácticamente toda la atención de los medios de comunicación.
David Collado conformó un equipo de gobierno local sustentado en la capacidad técnica y no en los méritos políticos de los funcionarios. Un primer gran cambio.
El Ayuntamiento del Distrito Nacional, desde que David Collado asumió su dirección, dejó de ser un ente lastimero y reclamante de nuevos recursos al gobierno central. El ADN administra sus propios fondos y ha encontrado formas de realizar las obras de gobierno sin pedir dinero a la presidencia de la República.
La basura ya no es un problema para los capitaleños. Hubo tantos conflictos en el pasado, tantas denuncias de relaciones interesadas, corrupción, conflictos con los recogedores de basura. Y David Collado estableció un nuevo sistema de rutas y horarios, sin dañar el transporte urbano, porque trabajan en horas de la noche y la madrugada, y quedó resuelto ese gravísimo problema. Nunca podremos olvidar que el periodista Marcelino Vega murió en medio de un incidente de empleados del ADN.
Son cada vez más numerosas las obras que realiza el alcalde David Collado, sin gran alboroto, y sin que su gestión sea sometida a cuestionamientos o sospechas de favoritismo o irregularidades. El alcalde, con derecho a promoverse por su gestión, es un funcionario que habla poco, promete menos, pero está dedicado a trabajar y a buscar alianzas para emprender obras, con lo que ha sumado esfuerzos del sector privado al embellecimiento de la capital, como acaba de ocurrir con un sector de el Malecón.
Es cierto, David Collado va acumulando capital político. Y es bueno para él. Sin embargo, no puede precipitar sus decisiones políticas. Es un funcionario joven, con posibilidad de absorber ganancias a futuro, luego de demostrar que una capital como el Distrito Nacional, puede ser dirigida sin que se convierta en un dolor de cabeza para el gobierno central o para los ciudadanos.
Aún no hemos palpado y saboreado los éxitos del gobierno del Distrito Nacional, porque muy rápidamente nos hemos ido acostumbrado a la comodidad de una ciudad bien administrada, con mercados limpios y bien abastecidos, cementerios cuidados y protegidos, iluminación y espacios públicos para el disfrute de los ciudadanos y las familias, y a la ausencia de denuncias sobre truchimanerías cometidas por las autoridades del gobierno de la ciudad.
Todo el que conoce de la política dominicana sabe que los gobiernos locales son los más propensos a la corrupción y al desorden. Los alcaldes hacen y deshacen en sus comunidades, no rinden cuentas, no presentan sus declaraciones juradas y arbitrariamente manejan los presupuestos locales a sus anchas, sin cumplir con las disposiciones de las leyes, y en particular la ley de administración municipal.
La historia ha cambiado con el ADN, y con David Collado como alcalde. Nuestro deseo es que continúe así, que no precipite sus decisiones y que la ambición presidencialista no tronche su trabajo en el Distrito Nacional. Para el futuro la carta de presentación de David Collado puede ser el gobierno que realiza hoy en la capital dominicana. Muchos alcaldes de capitales de América Latina y el Caribe han llegado a la presidencia de la República de sus países, luego de gobernar bien sus capitales. Con David Collado pudiera pasar lo mismo.