El ministerio de Cultura anunció, por medio de un comunicado, que celebrará una Feria del libro virtual bajo el nombre La Feria desde casa.

El anuncio indica que en esta ocasión se tratará de una versión en línea de la Feria Internacional del Libro y la Cultura, organizada para propiciar la participación del público en general con este magno evento cultural, a través de las diversas plataformas digitales del Ministerio de Cultura. El evento tendrá una duración de diez días y está programado para comenzar el jueves 28 de este mes y concluir el domingo 07 de junio.

Consideramos loable el interés del ministerio de Cultura de organizar este año, a pesar de la crisis producida por la pandemia del Covid-19 y el estado de alarma vigente en el país, una actividad como esta, aunque sea de manera virtual. Toda actividad sobre el libro y la cultura implican el desarrollo de la Nación.

Sin embargo, consideramos precipitada e insuficiente la forma con que se ha procedido a presentar la organización del que constituye para los dominicanos, el evento más relevante de nuestro el calendario cultural.

En primer lugar creemos innecesario actuar con tanta premura, en medio de la pandemia.

Entre el anuncio de su celebración y el inicio del mismo, lo que implica siempre trabajar para realizar una actividad muy compleja y variada, en la que deben participar centenares de personas, desde escritores, editores, libreros, artistas, teatristas, músicos, esto aparte de la presencia y participación de un público interesado en la palabra, que es lo que justifica esta celebración.

Además, habría que recalcar que el evento es la principal fuente de ingresos para el sector del libro y la literatura. Es con la Feria y con sus ventas que este dominio cultural produce y mueve los recursos que le van a permitir subsistir y capitalizarse durante todo el año. ¡Y qué año!

Respecto a la inconveniencia de su celebración ahora, hay el precedente de su posposición el año 2016.

Por razones de reparaciones en la Plaza de la Cultura y del Teatro Nacional, el evento se pospuso para el mes de septiembre de ese año y su celebración fue exitosa, constituyendo el escenario de la entrega del Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña al premio Nobel, Mario Vargas Llosa.

Lo mismo podría hacerse ahora, con mayor razón, para dar prestigio al evento y garantizar un éxito de venta del artículo estrella, que es lo que justifica la celebración del acontecimiento, la presencia y consideración del libro y su comercialización.

Las Ferias del Libro, más cuando son internacionales, sirven para presentar a la Nación y a los países amigos lo mejor y más valioso de la literatura de un pueblo y a sus más destacados creadores, tanto del pasado como del presente. Es ocasión, además, para mostrar las obras fundamentales de la literatura de nuestro tiempo.

Una Feria del Libro actúa fundamentalmente con la puesta en circulación de nuevas obras o de la reedición de libros destacados, que por su eminente valor se han agotado y merecen ser publicados nuevamente. Las obras que se presentan han de tener un enjundioso prólogo que las sitúe en la época y resalte sus valores y aciertos. Que justifique por qué se publican y sirva de orientación al gran público que las adquiere.

La que se anuncia es una Feria sin libros, pues en el anuncio del ministerio no se dice nada de cuántas obras y su importancia se pondrán a circular.

En la cultura debe prevalecer la transparencia. Habría de reinar en su convocatoria la democracia para elegir equitativamente a sus participantes y delinear un método articulado de participación que muestre una coherencia que garantice la seguridad de que se hará justicia durante el proceso de selección de los invitados a ser ponentes magistrales y habrá un riguroso juicio de calidad en el programa confeccionado.

La cultura debe ser un espacio democrático, neutro en cuanto al predominio de ideologías políticas, sociales o religiosas.

Debería organizarse toda actividad cultural estableciendo criterios que garanticen que el despliegue de la vida cultural de la Nación se sustente en normas y procedimientos que aseguren la participación equitativa e imparcialidad de todos los dominicanos.

Así lo establece en el artículo 2, párrafo 4, dedicado a los principios fundamentales, la ley 41-00, que crea el ministerio y que determina que estos son: El respeto de los derechos humanos, la convivencia pacífica y la comprensión entre los pueblos, la democracia participativa, la solidaridad, la interculturalidad, el pluralismo, la tolerancia, la igualdad entre los sexos y la cooperación internacional basada en un orden político y económico justo, son valores culturales fundamentales.

La democracia y la participación efectivas de los involucrados en las acciones culturales es determinante para que haya auténtica cultura que conduzca a crear y consolidar nuestra identidad.

En la nota de referencia del ministerio de Cultura y en el programa no se habla de alguna comisión nombrada por consenso con los creadores y la participación de los editores y libreros para elegir lo que se va a presentar. Esta es la práctica vigente desde siempre.

Así como lo ha decidido el Ministerio de Cultura, parece que el país literario ha sido secuestrado por uno o dos funcionarios para decidir por el país en general. Esto es sumamente lamentable.

Para hacer las cosas sin el cumplimiento del ordenamiento legal y con el debido lucimiento y calidad que deberían mostrar, creemos que es mejor no hacer una Feria sin libros.