Este domingo concluyó con la 78a. Feria del Libro de Madrid, dedicada a la República Dominicana, con un éxito sin precedentes y con un reconocimiento al país invitado de parte de los organizadores, porque nunca antes ningún país invitado había realizado una labor tan intensa, bien organizada y representativa, como lo hizo la República Dominicana.
La Feria, que se inició el 30 de mayo, obtuvo un récord de visitas, esta vez 2.3 millones de personas. Y en el mejor de los escenarios, los organizadores esperaban solo dos millones. Las ventas de libros estuvieron por encima de las expectativas, con más de 500 mil ejemplares vendidos y una recaudación por encima de los 11 millones de euros.
Pocas veces Madrid había logrado tanto en una fiesta del libro. Hoy día existen temores sobre el vigor del libro impreso, tomando en cuenta la ofensiva de los libros digitales. Con la Feria del Libro de Madrid lis impresos, editores y libreros de España se dieron cuenta que no es tan fácil que el libro impreso sea destronado, que conserva su fuerza. Entre los libros dominicanos llevados a la Feria del Libro de Madrid, los más vendidos fueron libros de literatura e historia, entre todos se destacó el libro de la ex reina de belleza Amelia Vega, quien puso a circular en el pabellón dominicano su libro Un día en la vida de Pichín, que resultó el más vendido.
Desde muy temprano lo advertimos: La Feria del Libro de Madrid, dedicada a la República Dominicana, era un acontecimiento de dimensiones mayúsculas para la cultura y la imagen de la República Dominicana. Era el momento de mostrar un país distinto al del beisbol y al del sol, las playas y la arena blanca. Un país que fuera un poco más allá de la bachata, tan conocida en España.
Y era un modo de presentar un país de cultura, como muy bien estableció en su lema la embajada dominicana en España. Y así ha sido. Mientras en Estados Unidos y otros países se hablaba de la sociedad dominicana insegura y violenta, en España se hablaba de la poesía, el cuento, la literatura infantil dominicana. Y los historiadores, sociólogos, urbanistas, demógrafos, novelistas, intelectuales y embajadores abordaban los más variados temas de interés histórico, político y cultural, y se conversaba sobre la promoción de la cultura, el mecenazgo, la pintura. Era la oferta de una sociedad dominicana abierta, dispuesta a compartir su historia y su cultura con los demás pueblos del Caribe. Y allí estaban los países que fueron y siguen siendo potencias, como España, Portugal, Inglaterra, Holanda, Alemania, Estados Unidos, siendo parte también de la historia que nos ha forjado como pueblos mezclados, de culturas diversas, siempre amantes de la libertad.
Y estaba la música, el son, la bachata, el merengue, el bolero, interpretados en formas diversas por artistas dominicanos que fueron invitados a Madrid, pero también por los dominicanos establecidos en Europa, que se hicieron presentes. Instituciones como el Centro León, el Banco Popular, Inicia, y otras más se hicieron presentes, y para cerrar dos semanas de más de 140 actividades, la vicepresidenta de la República, Margarita Cedeño de Fernández, acudió para mostrar más directamente la cara del gobierno dominicano.
Pocas veces había tenido la República Dominicana una oportunidad como esta para promover a sus escritores e intelectuales. La Feria estuvo dedicada a los escritores Pedro Henriquez Ureña, Juan Bosch y Marcio Veloz Maggiolo. Una conferencia inaugural de la Feria del Libro, a cargo del intelectual Frank Moya Pons, titulada La República Dominicana: Modernización y cambios, trazó el tono de todas las demás actividades, para concluir con un concierto a cargo de Víctor Víctor y su grupo La Vellonera, el sábado, con numerosos artistas invitados, y que cerró un ciclo cultural pocas veces ofrecido por nuestro país.
Hay que destacar que el embajador dominicano, Olivo Rodríguez Huertas, fue el gran responsable del éxito de todas las actividades. Estuvo presente en todo el programa. ¿Cómo lo hizo? nadie puede saberlo, pero demostró que el don de la ubicuidad existe. Fue un programa abierto a todas las corrientes, la calidad de los participantes y de los temas propuestos se distinguió y permitió establecer un nivel pocas veces alcanzado en otras muestras de países invitados en esta fiesta del libro.
La Feria del Libro de Madrid es un acontecimiento irrepetible para los dominicanos. De ahora en adelante, el cuerpo diplomático dominicano está desafiado a conseguir o superar los logros del embajador Olivo Rodríguez Huertas en el ámbito de la cultura. Algo muy difícil, sino imposible, dado el escaso nivel de compromiso de nuestro personal diplomático con la cultura. Para beneficio del país, que este evento y sus éxitos sea el objetivo para los que sirven como funcionarios en el servicio exterior.