Guido Gómez Mazara acaba de dar a conocer un dato que deberá ponernos alerta: Que el Banco de Reservas recibió en dación en pago, por un valor de 12 millones de dólares, el antiguo edificio de Tricom en la Lope de Vega, entregado por Miguel Vargas Maldonado, quien previamente había recibido un préstamo de 15 millones de dólares de la entidad financiera propiedad del Estado.
Claro, Vargas Maldonado es el presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), entidad aparentemente opositora, que ha servido para hacer negocios o adelantar entrega de beneficios en períodos electorales, como ocurrió en la pasada contienda por la presidencia de la República. Vargas Maldonado, siendo presidente del PRD, no dio apoyo al candidato de su partido, y si actuó con desenfado a favor del candidato contrario al de su partido, como lo demuestran múltiples manifestaciones de allegados suyos, incluyendo a su propia esposa.
Gómez Mazara es un dirigente del PRD, que aspiró a presidente del PRD en una convención en la que no pudo votar él y una gran parte de sus seguidores o simpatizantes. Ahora denuncia que el Banco de Reservas, para saldar la deuda de 15 millones de dólares de Vargas Maldonado, admitió recibir como pago varias propiedades inmobiliarias, incluyendo una tasada en 12 millones de dólares, que previamente había sido adquirida por el ingeniero Vargas a un precio que no pasa los 5 millones de dólares.
El Banco de Reservas tiene como propósito ganar dinero en sus operaciones con terceros, como lo haría cualquier banco privado. Solo en caso de absoluta insolvencia admite que un préstamo en efectivo, en dólares, sea saldado con la entrega de una propiedad inmobiliaria, que tendría que salir a vender al mercado, precisamente en una situación decadente, de poca actividad. En RD hay una sobre oferta de propiedades inmobiliarias. El precio tiende a bajar cuando hay una situación como esta.
Vargas es un hombre de experiencia negociando con el gobierno. Hace unos años adquirió el antiguo edificio de CODETEL en 195 millones de pesos y lo vendió a la Dirección General de Aduanas en 1,000 millones de pesos. ¡Eso es saber hacer negocio!
Y ahora adquiere el edificio de Tricom, la otra empresa telefónica y de televisión por cable, por aproximadamente 5 millones de dólares y lo entrega en dación en pago por 12 millones de dólares. En esa operación está ganado la suma de 300 millones de pesos, aproximadamente. Recibió 15 millones de dólares del Banco de Reservas y para el pago, entre otras propiedades, entrega un edificio adquirido en 5 y que el Banreservas le admite como si estuviera valorado en 12 millones de dólares.
Es lo que ha dicho Guido Gómez Mazara, en su texto remitido a este diario:
Se podrá esgrimir que la condición de empresario inmobiliario es previa a la de aspirante presidencial, pero la concesión de un préstamo en el Banco de Reservas de un monto de 15 millones de dólares en una institución financiera del gobierno, en medio de la lucha presidencial entre Danilo Medina e Hipólito Mejía, refleja una extraña tendencia a realizar negocios con un Estado, dirigido implacablemente por sus competidores electorales. Con la reciente adición: la aceptación del consejo del Banco de Reservas de entregar un inmueble, ubicado en la avenida Lope de Vega que fungía de edificio principal de la empresa telefónica TRICOM, como dación en pago de 12 millones de dólares para saldar su compromiso financiero ¿Acaso tanto coincidencia no mueve a sospecha?
La pregunta es si alguien del Banreservas hizo una evaluación del bien inmueble recibido, si la Superintendencia de Bancos está toralmente al margen de este tipo de operaciones, si el gobierno del presidente Danilo Medina no interviene en operaciones financieras del Banreservas en que se favorece de forma tan clara a un político opositor. La pregunta es si no hay nadie que pueda determinar que este tipo de operaciones está reservado a determinados estamentos, muy peligrosos, y que cuando alguien de la vida política lo hace no hay que pensar en la presencia de un personaje estilo Vitor o Michael Corleone.
Lo que ha dicho Guido Gómez Mazara merece, por lo menos, una profunda reflexión sobre la cuestión ética y los negocios, sobre la cuestión ética y la política, sobre la cuestión ética y la sociedad. Si todo esto es posible, como negocio lícito, el país va por mal camino. Lamentablemente.