La Asociación Dominicana de Profesores insistió esta semana en la demanda de aumento salarial por encima de lo que puede otorgar el Ministerio de Educación, que ha sido el 20 por ciento, condicionado a un compromiso docente de por lo menos cuatro horas al día.
La ADP, sin embargo, decidió paralizar la docencia durante dos días. Semana Santa, que inicia el próximo lunes, tampoco habrá docencia. Las razones para detener la docencia son baladíes, y sorprende la facilidad con que ocurre.
Varios ex presidentes de la ADP se han pronunciado esta semana para que el presidente Danilo Medina asuma personalmente la conversación con el gremio. Se trata de una treta incómoda y desconsiderada con la ministra de Educación, que es –además de maestra- la representante idónea del gobierno ante el gremio de los maestros.
Si el presidente aceptara esa propuesta estaría desautorizando a su ministra de Educación, algo que no debe producirse, salvo circunstancias excepcionales de irresponsabilidad o incumplimiento de parte de ella, y eso no ha ocurrido.
La ADP debe aceptar que la negociación debe seguir, sin huelga que afecten el desarrollo de la docencia, y respetando los escalafones del Estado.
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