El Colegio Nuestra Señora de la Altagracia (CONSA) es una prestigiosa institución educativa en Santo Domingo. Un colegio católico creado por el padre jesuita José María Uranga y la religiosa altagraciana Alicia Guerra. El CONSA se encuentra entre los colegios de mayor calidad dentro de la matricula católica educativa del país.
El CONSA pertenece al Instituto Secular de Nuestra Señora de la Altagracia (mejor conocidas como las Altagracianas), que ha sido y sigue siendo una congregación religiosa femenina liberal, comprometida con el cambio social, la justicia, la equidad y las causas humanas que engrandecieron precisamente al padre Uranga y a la fundadora Alicia Guerra.
Por eso extraña tanto que un colegio tan comprometido, con conciencia de su rol, haya rechazado la campaña de vacunación de los ministerios de Educación y de Salud contra el Virus del Papiloma Humano.
El esfuerzo que realizan las autoridades es loable, pues el Virus del Papiloma Humano es una amenaza para las niñas y adolescentes, y que se mantiene en las mujeres que lo adquieren en la edad de la procreación. Ese virus es una realidad y es un enorme riesgo especialmente para las niñas y adolescentes, y la mejor forma de enfrentarlo es aplicando la vacuna.
Aplicar la vacuna puede salvar vidas. El alto costo de esta vacuna ha sido asumido por cuenta del Estado. Como hay descuido en muchas familias, y falta de recursos en otras, lo que han decidido muchos países es aprobar leyes que hacen obligatoria la vacuna contra el VPH. Estados Unidos, por ejemplo, aprobó una ley que convierte en obligatoria la vacunación contra el VPH.
Además, el virus se adquiere en el ambiente, no necesariamente por la vía sexual, y está muy claro que una de las consecuencias es que provoca cáncer cérvico uterino.
Cuando se lee el mensaje de la directora del CONSA, Ofelia Pérez Canario, se puede detectar la falta de información o, en el peor de los casos, la irresponsabilidad, al decir que “gracias a Dios, en nuestra familia CONSA podemos prescindir de esta campaña” de vacunación.
Es una pena que el criterio individual de una directora, en este caso miembro de una comunidad religiosa, pueda obstaculizar sin consecuencias el mecanismo más adecuado designado por los ministerios de Salud y Educación, para llegar a la población femenina adolescente entre 9 y 10 años, que se estima en 200 mil personas.
Ojalá el CONSA y Ofelia Pérez Canario reflexionen sobre la decisión que han tomado de privar a las estudiantes de ese centro educativo de la vacuna contra el VPH. No es justo que la directora entienda que el VPH es una “degeneración” de la sociedad. No tiene nada que ver. Esa hermana Altagraciana tiene que documentarse y hacer valer el lema del colegio “por María, más y mejor”, que se logra con salud y prevención, y particularmente atendiendo el llamado de las autoridades.