Era admirable la destreza del presidente Danilo Medina, siendo candidato presidencial, cuando explicaba los factores que estimulaban la delincuencia y por tanto incrementaban la inseguridad ciudadana en la República Dominicana.

Si hubo alguna tarea que Danilo como candidato hizo bien fue documentarse sobre las políticas públicas que debían ser puestas en marcha para reducir la delincuencia. Conocía con detalles lo que estaba pasando con la inseguridad ciudadana en países como México y El Salvador. Sabía la historia de las maras y en particular conocía la Mara Salvatrucha, su origen, su historia y la tragedia que representaba para los lugares donde se establecía.

Danilo Medina concibió una política pública estructurada desde diferentes ministerios: El de la Juventud, el de Deportes, el de Salud, el de Educación, y por supuesto había que vincular a otros organismos responsables de la tranquilidad ciudadana como la Policía Nacional, el Ministerio de Interior y Policía. Sin olvidar el trabajo del Ministerio de Trabajo, por la generación de empleos, aparte de la inversión que debían realizar en los barrios más empobrecidos con fondos de la presidencia de la República, el Ministerio de Obras Públicas o la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado.

Vale decir, que el gobierno entero estaba comprometido con la solución de los problemas de delincuencia e inseguridad ciudadana, porque la pobreza era una de las explicaciones más plausible. Pero no solo la pobreza, también la ausencia de educación, la ausencia de actividades que entretuvieran y aportaran estímulo a los jóvenes, además de la satisfacción de necesidades básicas, como de alimentación y vestido.

Esto implicaba que programas de iluminación de calles por parte de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales eran necesarios, y programas de limpieza de las calles, así como un rol higiénico del Ayuntamiento debían tener presencia en la búsqueda de la solución.

Parece, lamentablemente, que aquello era teoría solamente. Danilo Medina ha tenido la oportunidad de organizar un programa estructurado de combate a la delincuencia y no lo ha hecho como prometió. El Ministerio de la Presidencia inició un programa de seguridad democrática, que implicaba recoger los agentes policiales en manos de civiles y altos funcionarios y dignatarios diplomáticos. Todo eso fue echado al olvido, como quedaron en el olvido las motocicletas Harley Davidson, los automóviles computarizados, los alcoholímetros y muchas otras medidas que nos estarían colocando en situación de país del primer mundo.

Barrio Seguro fue una iniciativa del gobierno del doctor Leonel Fernández, hace 9 años, y todavía quedan los letreros promoviendo las bondades de ese proyecto, según nos cuenta un reportaje escrito por el periodista de Acento en Santiago, Máximo Laureano. Solo el recuerdo nos queda, y la corta memoria de los dominicanos que siguen pensando en que un jefe de la Policía podrá solucionar, en un período corto, la delincuencia que azota al país, si le ponen un poco más de presupuesto y unos cuantos agentes más, o colocan a los miembros del Ejército Nacional a patrullar las calles para dar la impresión de seguridad.

No sabemos las razones por las que el presidente no se ha empeñado en poner en ejecución sus ideas maravillosas sobre la manera de reducir la inseguridad ciudadana. Habrá que entender que ha tenido muchos problemas a los que hacerle frente. Si es así el país tendrá que justificarlo. Inquieta sin embargo que la inseguridad ciudadana es la preocupación número uno de los ciudadanos, y que se reclama a viva voz al presidente que haga algo, él que tanto sabe de estas cosas.