Hoy es el día que despejará la incógnita sobre quién será el o la próxima presidenta de los Estados Unidos de América: Donald Trump, candidato del Partido Republicano, o Hillary Clinton, candidata del Partido Demócrata.

La atención a este proceso electoral es universal. No sólo por los aspectos políticos y económicos que involucra, tomando en cuenta los planteamientos de cada uno de los candidatos, sino porque Estados Unidos es una potencia que influye en las decisiones culturales, políticas, económicas o militares de cualquier país del mundo.

Para los dominicanos es importante este proceso. Estados Unidos es el segundo país donde residen más dominicanos, luego del nuestro. Las remesas que envían los dominicanos sustentan o impulsan a miles de familias. Generaciones de dominicanos, con sus descendientes, se han educado en Estados Unidos, se encuentran en el sistema político, económico, jurídico, de la salud y son parte de una realidad multicultural impresionante. Nos importa y nos afectará o beneficiará lo que ocurra en las elecciones de hoy.

Hillary Clinton es una mujer con tradición política y arraigo, que fue primera dama, senadora y Secretaria de Estado. De alguna manera representa a los políticos tradicionales que han conducido a Estados Unidos durante los últimos 40 años. Es parte del establishment y por eso es una candidata estrechamente vinculada al sistema y a la continuidad de las políticas tradicionales que han puesto en marcha los gobiernos demócratas y republicanos en los últimos 30 años, con muy escasas diferencias.

Ese aspecto, más la idea que se ha divulgado con amplitud – y que la afecta seriamente- en el sentido de que ella es alguien de poco fiar, que cambia de posición dependiendo de lo que convenga a sus intereses, o que responde a grupos financieros que le han dado apoyo sistemáticamente, o que actúa en las políticas públicas dependiendo de los beneficios que ha obtenido para la Fundación Clinton, que controla su familia.

Es la mujer que ha estado más cerca de ganar unas elecciones en Estados Unidos, y está muy cerca de convertirse en la primera mujer presidenta de la principal potencia del mundo. La noche de este martes, 8 de noviembre, ese panorama quedará despejado.

Donald Trump, el candidato del Partido Republicano, es un empresario inmobiliario, controversial, representa de algún modo la antipolítica, la decepción de una gran parte de la población de ese país, que rechaza la mentira, la simulación, el engaño, la política al servicio de los intereses corporativos, y que también se expresa contra los partidos que tradicionalmente han gobernado Estados Unidos de América.

Trump no es un político profesional, y no le importa medir o no sus palabras. Quiere ofrecerse crudo, sin tapujos y sin los atuendos de los dirigentes tradicionales., Por eso derrotó a 16 precandidatos republicanos en las elecciones internas, y ha seguido siendo candidato pese al rechazo de una gran parte de la dirigencia tradicional de esa entidad política. Y ahora amenaza seriamente a todo el sistema político, en caso de ser favorecido con el voto mayoritario de los norteamericanos y con el voto de los delegados escogidos para seleccionar al presidente.

No han bastado las acusaciones de haberse declarado en quiebra varias veces, de no presentar su declaración de impuestos, que nunca lo hizo, de las grabaciones sobre sus tratos con las mujeres, ni sus declaraciones contra las minorías negras o hispanas. Trump ha seguido con un impulso inaudito, sostenido en las encuestas por simpatizantes que lo ven como una salvación ante el debilitamiento de los Estados Unidos como potencia.

Donald Trump podría ser electo presidente de los Estados Unidos.

Claro, pocas veces en la historia electoral de ese país había habido dos candidatos más odiados y cuestionados que Hillary Clinton y Donald Trump. Como explica uno de nuestros colaboradores, Uri Avnery, el ganador será el Partido del Mal Menor, y ese partido lo representa, según su criterio, Hillary Clinton, que no es simpática y tiene mucha credibilidad, pero tranquiliza más que las ideas tremebundas que ha expresado su adversario Donald Trump.

“Trump podría llegar a ser un buen presidente, un innovador pragmático. Pero el riesgo es demasiado enorme. Un voto a favor de Trump puede resultar en una catástrofe mundial, que también nos engulliría”, escribe Avnery.

Hoy se despejará la duda. El ganador, quien ocupe la presidencia de los Estados Unidos, será una decisión de los ciudadanos americanos, pero las consecuencias tendrán que ser sufragadas por el mundo entero. Ya se verá, pues por algo es Estados Unidos la potencia número uno del mundo.