Haití vive momentos de crisis que se vislumbran cada día más graves. El presidente de ese país, Juvenal Moise, acaba de decir acertadamente que “Haití es ingobernable con esta Constitución”, y que es necesario un cambio que le aporte más poder operativo al presidente de ese empobrecido país.
Entre los meses de septiembre y noviembre la violencia ha dejado 42 muertos en las calles de Haití, y lo se ve ningún entendimiento a la vista entre los líderes de la oposición y los del gobierno. Además de la miseria y la desinstitucionalización, la gran tragedia haitiana es la división de sus fuerzas políticas, que carecen de la cordura y la flexibilidad para llegar a acuerdos.
La crisis política de Haití toca directamente a la República Dominicana. Un descenso en la demanda de productos comestibles en Haití, como ha ocurrido, representa un descenso en las exportaciones dominicanas hacia ese país. Además, una profundización de la crisis y la desesperanza en Haití representa un incremento de la migración desde Haití hacia la República Dominicana.
Siempre hemos propuesto una ampliación de la visión dominicana sobre Haití. Los dominicanos debemos apostar por el desarrollo de Haití, y estar en primera fila en la búsqueda de diálogo y entendimiento entre las fuerzas políticas haitianas para convertir en gobernable y viable su sistema político. Ello, al mismo tiempo, ayudaría a mejorar la percepción que tienen muchos haitianos de que los dominicanos no apostamos ni deseamos su desarrollo.
La República Dominicana puede servir de ejemplo democrático para los políticos haitianos. El Congreso Nacional puede servir de apoyo a los legisladores y congresistas haitianos. Los empresarios dominicanos ya dieron algunas pautas de cómo desarrollar la frontera dominico-haitiana, desde Pedernales hasta Dajabón. Las organizaciones de la sociedad civil dominicanos podrían colaborar con las de Haití y mostrar sus buenas prácticas.
En octubre pasado el principal candidato opositor dominicano, Luis Abinader, dio la voz de alarma sobre la crisis haitiana y apoyó la postura del gobierno dominicano sobre la necesidad de un diálogo para afrontar la división de los sectores internos de Haití, además de la disposición de la comunidad internacional.
“En este momento de aguda crisis en Haití, hacemos nuestro el llamado formulado por el gobierno dominicano y urgimos a la comunidad internacional y a los principales actores haitianos a poner fin a la violencia y a colaborar en remediar la grave crisis que le aqueja”.
Y dijo más: “Cuando Haití ha enfrentado diversas calamidades, los dominicanos invariablemente hemos sido solidarios con ese hermano pueblo, y siempre estaremos dispuestos a colaborar, pero no se nos puede pedir que el Estado y el pueblo dominicano continúen cargando prácticamente solos con el costo de la situación haitiana”, expresó Abinader.
Esta semana, nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Vargas Maldonado, acaba de reiterar una postura correcta del gobierno dominicano: Hay que ayudar a Haití a encontrar el camino del entendimiento.
Vargas acaba de decir que la crisis haitiana es una seria amenaza para la paz y la seguridad de la región caribeña. “Hay que evitar que Haití caiga en una espiral de caos total, de la cual le tomaría años recuperarse». Es evidentemente que la crisis ha ido en aumento este año y que ya parece haber llegado a una situación de riesgo inminente. El Ministerio de Defensa de la República Dominicana comenzó reforzar la protección de la frontera dominicana. Existe el riesgo de una estampida, aunque no se diga abiertamente, y el gobierno desea evitar que una situación que podría tornarse inmanejable.
El presidente Moise habla de cambiar la Constitución haitiana. Ojalá eso sea posible. El sistema parlamentario que tienen establecido es una gran traba para que el país pueda salir del nudo que le impide dar el salto. Ojalá que esto pueda entenderse, y que los primeros que den la señal positiva sean los propios políticos y legisladores haitianos.