La brutalidad de las acciones políticas en el Partido Revolucionario Dominicano es antológica. Las pugnas se mantienen durante mucho tiempo y se consolidan con choques en los que hay sangre y nuevas quiebras. Las pugnas entre los boschistas y peñagomista fue muy dura, como lo fueron las pugnas entre los majlutistas y jorgeblanquistas.

El espectáculo no podría ser más lastimoso, especialmente luego de las primeras celebraciones del bicentenario del padre de la Patria.

Pero la crisis del PRD no es solo de ese partido, es una crisis profunda del sistema político dominicano. Ese sistema que no tiene entes válidos de mediación y que cada día se hunde más institucionalmente, en manos de una sola persona. La crisis que vive el PRD ahora es la crisis del sistema político.

Alguna gente podría lanzar rayos y centellas contra los perredeístas, por lo que han mostrado al país. Hemos visto la cara más burda y violenta de la política partidaria, y nos olvidamos que la entidad responsable de esa crisis, porque tuvo la oportunidad de resolverla y no lo hizo, es el Tribunal Superior Electoral.

Y de fondo hay un mal que no tiene solución por el momento. Rompiendo con la institucionalidad, con la dinámica de la vida política y aprovechándose de una fragilidad que debió ser superada por el Estado, el pasado presidente de la República, Leonel Fernández, decidió controlar los nuevos órganos creados por la nueva Constitución dominicana.

Si la nueva Constitución representaba un paso adelante en el sistema democrático, si estaba planteada como una superación del pasado, fortaleciendo los mecanismos de participación, era necesario que reflejara esos conceptos, y no se dedicara a concentrar poderes para disfrute y usufructo de una persona que estaba previsto iba a salir de la presidencia de la República.

Fue de ese modo, con la ingenuidad de la oposición, que las Altas Cortes se convirtieron en instrumentos de un líder político, Leonel Fernández, y sus miembros resultaron escogidos atendiendo a los criterios políticos y ventajas personales del presidente saliente. La Suprema Corte de Justicia, el Tribunal Superior Electoral, el Tribunal Constitucional fueron órganos renovados para satisfacer la necesidad de control de esos órganos por parte del presidente saliente.

Unos cuantos puestos fueron repartidos para un sector de la oposición, que resulto ser menos de lo que aparentaba y un aprovechado aliado del partido de gobierno. Pocos advirtieron que el futuro de la justicia y de la democracia se estaba decidiendo en el momento en que sesionaba el Consejo Nacional de la Magistratura.

El sendero que ha tomado la política dominicana no puede ser más oscuro y antidemocrático. No hay organismos con credibilidad ni capacidad para paliar los conflictos. Sus miembros carecen de la imparcialidad y la honorabilidad necesaria para ser creíbles. Las decisiones que se adoptan tienen un sello, y todo el mundo las predice antes de que se conozcan oficialmente. Las decisiones se toman para crear crisis o profundizarlas, no para resolverlas, pese a las caras de gente honesta que presentan los tomadores de decisiones.

Lo que se vio este domingo en las inmediaciones del PRD no fue un desmadre de liderazgo, legalidad o seriedad de los miembros y dirigentes de ese partido, de cualquiera de los bandos en pugna. Fue el fracaso del sistema político, y en particular la mejor demostración de que el Tribunal Superior Electoral es un muñeco sin sentido, un adefesio absurdo, que no merece ser sustentado económicamente por el Estado Dominicano, porque todas sus decisiones tienen un sello antidemocrático, absurdo, como en un momento de lucidez llegó a decirlo el presidente de ese organismo, al presentar un voto razonado sobre la exclusión del Partido Nacional de Veteranos y Civiles de las elecciones presidenciales del 2012.

El camino que lleva el sistema político dominicano es contrario a la democracia. El sistema político no puede concentrar todo el poder fuera de los cánones institucionales. Y el Poder Ejecutivo nunca ha sido más indiferente a la institucionalidad y a la política que en estos momentos. Sobre los hombros del presidente de la República, hay que recordarlo, descansa la responsabilidad de defender el sistema democrático que presumiblemente disfrutamos.

 

El luto por Harold Priego

El periodismo dominicano está de luto. El fallecimiento de Harold Priego, caricaturista de por lo menos cuatro diarios nacionales, el pasado sábado 26 de enero, es una tragedia irreparable para el periodismo y en particular para la prensa gráfica.

Harold Priego inició su labor en El Nuevo Diario, donde presentó credenciales en 1981 a instancias de Juan Bolívar Díaz, y posteriormente pasó a Listín Diario, El Caribe, Diario Libre, Hoy, y también a la radio y a la televisión. Harold Priego fue un hombre de gran creatividad, de un humor abundante y fino, generalmente mordaz y crítico.

Nuestras condolencias a sus familiares, amigos y a los compañeros de trabajo en Hoy, Diario Libre, El Caribe y en la radio donde laboraba. Paz a sus restos.

José Mármol, premio Nacional de Literatura

El poeta José Mármol ganó, el 26 de enero, el Premio Nacional de Literatura, de acuerdo con el anuncio que hicieron el Ministerio de Cultura y la Fundación Corripio.

Mármol es el más jóven de todos los intelectuales y escritores que han alcanzado ese premio, lo que quiere decir que el mérito lo recibe, como los demás, por su obra creativa. Pero Mármol tiene toda una vida por delante, y al llegar a esta cumbre del reconocimiento con su juventud, no tiene otro camino que seguir alcanzando nuevos peldaños, no como una promesa, sino como un poeta e intelectual reconocido por su creatividad, consistencia y en especial por el poder de su lírica.

Nuestras congratulaciones al poeta José Mármol, nuevo Premio Nacional de Literatura.