Haití ha entrado en un oscuro proceso político, de inestabilidad, con mucha violencia en sus calles, con daños considerables a los comercios y residencias, y con una ausencia de las autoridades policiales, que sólo deja muchas dudas sobre la situación de estabilidad y legitimidad del gobierno del presidente Juvenal Moise.

Las protestas llevan tres días. Comenzaron por la disposición del gobierno de un aumento desproporcionado en los precios de los combustibles. Los aumentos sobrepasaban el 100 por ciento en los precios del transporte público y el gas kerosene, que se utiliza como combustible para una gran parte de la población al momento de cocinar los alimentos.

Cuando el gobierno dejó sin efecto los aumentos, ya no hubo posibilidad de contener las protestas, los saqueos, las turbas penetraban a los grandes establecimientos comerciales, especialmente a los centros comerciales propiedad de descendientes árabes. Hubo saqueos y daños materiales, incluyendo incendios de centros de expendios, malls, almacenes, hoteles, dealers de diversas marcas, y hasta residencias fueron atacadas e incendiadas.

Lo extraño es que la policía haitiana no reaccionó tratando de contener las turbas. Una de las versiones cuenta que el jefe de la Policía de Haití, al ser designado por el primer ministro, no respondía a las órdenes del presidente. Y los policías no quisieron moverse para tratar de detener las turbas.

Los daños materiales son considerables. Algunas personas han sido agredidas y otras habrán fallecidos. Todavía es muy temprano para conocer el balance de la poblada que ha afectado a Puerto Príncipe y otras ciudades importantes de Haití.

Tanto gobiernos con representación diplomática en Haití, como líneas aéreas, inversionistas y otros grupos interesados esperan una reacción del gobierno haitiano este lunes. Las redes sociales han sido invadidas por vídeos e informaciones que retratan el caos y la violencia generalizada en Haití. Nada de eso favorece al gobierno haitiano ni a su presidente.

La República Dominicana decidió acuartelar a los militares en la zona fronteriza, y ha tomado las previsiones de lugar para evitar la entrada irregular de personas provenientes de Haití. Es una situación muy confusa, y lo que el gobierno dominicano desea es que el persona diplomático establecido en Puerto Príncipe pueda resguardarse con seguridad y no sufra las consecuencias de los grupos que deambulan por las calles buscando objetivos de su ira e indignación.

El presidente Moise fue electo en un proceso democrático y las instituciones haitianas deben seguir el mandato de su Constitución y no entrar en un nuevo período de inestabilidad gubernamental. La República Dominicana, y los países interesados en brindar apoyo a Haití, podrían acercarse y conocer en detalle el informe de las autoridades haitianas. Y brindar apoyo en las áreas en que el gobierno entienda que le puede ser más útil.

Se habla de muchos daños materiales. Las empresas saqueadas e incendiadas han debido tener aseguradas sus instalaciones, y por esa vía podrían comenzar a buscar opciones de recuperación. Si hay diferencias entre grupos empresariales haitianos, y estas diferencias son las que han llevado a este nefasto suceso, el gobierno deberá castigar con todo el peso de la ley a quienes incentivaron las manifestaciones.

De una cosa estamos seguros: Haití se torna ahora mucho más invivible que en cualquier otro momento. La presión sobre la frontera dominicana será mucho mayor, y las autoridades dominicanas deberán hacer una lectura correcta de cuanto está aconteciendo en Haití, para evitar que los flujos migratorios se conviertan en incontrolables.

Deseamos la estabilidad de Haití, del mismo modo que aspiramos a que la democracia haitiana se fortalezca y tenga capacidad para satisfacer las urgencias y necesidades de los haitianos, de manera que ellos no se vean obligados a cruzar la frontera dominicana a buscar opciones de mejor vida.