La Junta Central Electoral debe contribuir con el sosiego y la transparencia del proceso electoral que le toca organizar. A quien más conviene la paz, en este período de organización y preparación para las elecciones, es precisamente a los integrantes del tribunal electoral.
Los partidos de la Liberación Dominicana y Revolucionario Dominicano, con la mediación de Monseñor Agripino Núñez Collado, iniciaron la pasada semana una ronda de reuniones para buscar una salida al conflicto en torno al Centro de Cómputos, por la presencia en él del licenciado Franklin Frías, luego de la renuncia forzosa del licenciado Miguel Angel García.
Es un gran favor el que realiza Núñez Collado y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra al prestarse nuevamente para ayudar al entendimiento en torno a la JCE. Los integrantes de ese organismo no se han puesto de acuerdo, y el presidente Roberto Rosario no ha perdido oportunidad para atizar el conflicto, con declaraciones que podrían crear malestar adicional al que ya existe.
Los resultados de la encuesta Gallup-Hoy en torno a la JCE deben ser motivo de preocupación para los cinco miembros del pleno de la JCE. Apenas el 44.3% de los dominicanos, menos de la mitad, considera que la actual JCE es imparcial, mientras que un 36.6% la ve inclinada por el Partido de la Liberación Dominicana, organización a la que está vinculado Roberto Rosario, el presidente, además de José Angel Aquino y Rosario Graciano.
Esa situación debe inducir a la JCE, y en particular a los miembros del PLD que están en ella, a actuar con moderación y a buscar el entendimiento, porque resulta altamente sospechosa la insistencia de mantener a Franklin Frías en la Dirección de Informática, luego de haber forzado la renuncia de Miguel Angel García. ¿Cuál es la razón para mantener en la posición a una persona que viene siendo rechazada desde el 2003, incluso por el propio PLD?
Roberto Rosario acaba de hacer una advertencia, que no se entiende bien a quién va dirigida, si a Monseñor Agripino Núñez Collado, que se ha ofrecido para mediar, o al Partido Revolucionario Dominicano, que tiene la demanda de que salga Frankin Frías de la dirección de Informática de la JCE.
Núñez Collado hace su labor de mediación, y ojalá que tenga buena fe de parte de los líderes políticos que se reúnen con él. Por lo menos de la JCE pareciera no tener todo el apoyo. Lo que dijo Roberto Rosario así lo evidencia: Que la JCE no dejará que le impongan una salida. Que los partidos y demás sectores serán escuchados, pero que el tribunal electoral no permitirá que le impongan una salida.
Agripino Núñez podría interpretar que lo están despidiendo de la mediación que realiza, y el PRD podría interpretar que están descartando la posibilidad de un entendimiento. Es decir, que el presidente del tribunal electoral está realizando una labor contraria a los deseos de entendimiento que han expresado casi todos los sectores del país.
Este tipo de declaraciones parecieran salir de algún think tank interesado en que no haya un acuerdo. Como las que produjo el secretario general del PLD el mismo día que se reuniría con Agripino y una representación del PRD: que Hipólito Mejía “ha venido zuñendo la paciencia” con la JCE. Lo que hoy estaría haciendo el PRD y su candidato es lo mismo que hizo en el 2003 el PLD, que reclamó la salida de Franklin Frías porque era sospechoso. Le acusaron de varias ilegalidades.
El tema requiere de mucha paciencia, de mucha cordura, y no es bueno que sean las autoridades las que aticen con más violencia el fuego verbal en que se encuentra en este momento el proceso electoral. Autoridades como el presidente del Senado, órgano que designó a los actuales jueces, secretario general del PRD, y el doctor Roberto Rosario, presidente de la JCE.
Rosario tiene un punto de partida para buscar el entendimiento: que la JCE cayó de ser una de las entidades públicas con mayor credibilidad a tener una mediana credibilidad, en pocos meses. Y eso debe ser recuperado, por el bien del país y de las elecciones transparentes.