Frantz Duval, periodista haitiano y director del diario Le Nouvelliste, escribió un comentario sobre la entrega de dinero en la campaña electoral de 2010 en Haití de parte de las empresas Roffi y Hadom, de Félix Bautista, para los candidatos presidenciales haitianos, y se cuestiona si esas donaciones eran violatorias de la ley electoral de Haití del año 2008, concluyendo en que no lo eran.
El interesante comentario incluido en la edición impresa de este miércoles, hace referencia de que el actual presidente de la Comisión de Ética y Lucha contra la Corrupción del Senado de Haiti, Youri Latortue, quien encabeza las investigaciones de corrupción con los 2 mil millones de dólares de Petrocaribe, en las elecciones de 2010 era simpatizante de Mirlande Manigat, la candidata que admitió públicamente haber recibido la suma de 550 mil dólares.
Se pregunta Duval si en este momento, con sus investigaciones, Latortue no le está haciendo un gran daño a la que fuera su candidata presidencial de entonces. E incluso, si no estaría tratando de hacer daño a quien posteriormente fuera su líder, Michel Martelly, a quien Latortue pasó a apoyar luego de ganar la presidencia de Haití en marzo del 2010. Mirlande Manigat admitió haber recibido los fondos de Félix Bautista y Michel Martelly se negó a responder las preguntas que le hizo el senador investigador, considerando una ofensa que se le insinúe que recibió fondos de empresas del exterior.
Dice Frantz Duval que la ley electoral haitiana permite la entrega de fondos a cualquier candidato presidencial haitiano, hasta la suma de 2 millones de gourdes. Las donaciones por encima de los 100 mil gourdes deben ser informadas al Consejo Provisional Electoral.
El director de Le Nouvelliste dice que Mirlande Manigat no violó la ley electoral de Haití, y que además ella no tenía ninguna autoridad para hacer favores a Félix Bautista, por ejemplo, porque no desempeñaba ninguna función pública. Hasta ahí la reflexión está correcta, aunque obviamente discutible.
¿Y Félix Bautista, como donante a través de sus empresas, no violaba ningún principio inmiscuyéndose en la política de un país ajeno al suyo? ¿Esos fondos tenían procedencia de sus operaciones en Haití o eran provenientes de sus negocios en la República Dominicana? La tasa de cambio actual es de 63 gourdes por un dólar. Eso nos conduce a que la donación de Hadom de 550 mil dólares se convierte en por lo menos 35 millones de gourdes. ¿Fueron reportados esos fondos a la autoridad electoral de Haití como manda la ley del 2008?
Otra cosa que olvida el director de Le Nouvelliste es que Félix Bautista y Hadom negaron la veracidad de los datos dados a conocer por la periodista Nuria Piera de la República Dominicana, y de ese modo estaban descartando la totalidad de la información divulgada, que afectaba de forma muy particular el compromiso del presidente Michel Martelly con Félix Bautista y sus empresas. ¿Implicaciones de esos compromisos? Será la Comisión de Ética del Senado de Haití la que determine cuáles fueron.
Mirlande Manigat admitió la recepción de los 550 mil dólares, tal y como indican los documentos en manos de Nuria Piera, y eso solo ya es suficiente para inferir que los demás pagos a Martelly y a los demás políticos haitianos fueron ciertos.
Bautista recibió contratos por 29 obras, con más de 500 millones de dólares comprometidos. Algunas de las obras no concluyeron. Jean max Bellerive, primer ministro de entonces y amigo y aliado de Félix Bautista y Carlos Ozoria, dice ahora que las obras fueron entregadas de grado a grado porque era un momento especial y en Haití no había empresas con capacidad para realizarlas. Otros dicen que eso no es verdad. Este jueves siguen los interrogatorios en el senado de Haití y se espera que haya luces sobre este tema.
Con los fondos de Petrocaribe y las donaciones adicionales recibidas por Haití hubo colusión de parte de funcionarios corruptos de Haití con empresarios y políticos amigos en la República Dominicana. La cuestión ahora es saber quiénes fueron esos desalmados, que robaron a un pueblo miserable y hambriento, en el momento en que había sido devastado por un terremoto que mató a cerca de 300 mil personas.
Sencillamente inaudito.