La Constitución Dominicana cumple hoy 174 años. Por primera vez fue proclamada en San Cristóbal el 6 de noviembre de 1844. Su aprobación se produjo en circunstancias muy especiales, pues los conservadores, pretendían un estado militar, y obligaron -cerco militar incluido- a aprobar un artículo 210 que le ofrecía poderes extraordinarios al presidente de la República.
Desde entonces la Constitución no ha tenido sosiego. Ha sido llevada y traída por políticos ambiciosos, dictadores, autócratas, para que la Constitución respalde sus ambiciones de perpetuidad en el poder y de control absoluto del aparato del Estado. Por eso, la Constitución Dominicana ha sido modificada 39 veces, y en particular en los últimos años ha sido llevada y traída con el tema de la reelección.
Hoy día en el Congreso Nacional hay un fuerte movimiento para que la Constitución sea reformada nuevamente. Ya fue reformada en el 2015 para permitir la primera reelección de Danilo Medina. Fue modificada en el 2010 por el presidente Leonel Fernández, y fue modificada en el 2002 por el presidente Hipólito Mejía.
Es tanto el zarandeo a la Constitución Dominicana que los políticos no permiten que los cambios se afinquen, se consoliden y se establezca una tradición, y hasta un respeto por lo pactado. Se debe entender que cualquier tema relacionado con la Constitución, una modificación por ejemplo, debe ser el resultado de un pacto político, con miras y proyecciones de futuro, para afianzar el sistema democrático y las reglas de juego en el país.
El inmediatismo y el oportunismo son los factores determinantes en las modificaciones de la Constitución de la República. Grupos de poder, o pequeños círculos que rodean a los presidentes los convencen de que deben perpetuarse en el poder, y eso crea las condiciones para que se irrespete la carta magna. A los presidentes poco les importante lo que diga la historia, el legado democrático o antidemocrático que dejan con sus modificaciones.
Un pedazo de papel, como una vez fue definida por Joaquín Balaguer, es lo que ha sido convertida la Constitución de la República. Y sobre un pedazo de papel no hay respeto alguno, ni solemnidad ni institucionalidad. Queremos que la Constitución sea bandera de las luchas democráticas, y que ella sea el reflejo de las aspiraciones de la sociedad dominicana. Pero si seguimos manoseando y cambiando constantemente su contenido no lograremos alcanzar el respeto que ella merece, 174 años después de haber sido proclamada.