El insulto es su razón de ser. Los nacionalistas no tienen otra forma de dirimir los asuntos del debate sobre la supuesta y mentirosa invasión de haitianos si no es con los escupitajos y las agresiones verbales. Y cuando estos recursos -propios de su mellada inteligencia- les fallan, entonces recurren a la violencia. Es lo que han hecho los nacionalistas en todas partes del mundo, y es lo que están haciendo desde hace tiempo en la República Dominicana.
Los datos son contundentes. Los ofrecen instituciones como la Unión Europea, el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, la Oficina Nacional de Estadísticas y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, que sustentaron y validaron la Segunda Encuesta Nacional de Inmigrantes, y fue dada a conocer en junio del 2018. El dato les desmonta su mascarada y por eso lo rechazan, y piden a la gente que se guíe por lo que percibe y cree, y que rechace la investigación científica. Quieren volver a iluminarse con antorchas y retornar a las cavernas, cuando tienen a su disposición la electricidad y edificaciones modernas. Necesitan violencia y la andan buscando a toda costa.
Por eso se apandillaron y fueron a la Biblioteca Nacional a boicotear un panel organizado por el periodista Rafael Menoscal Reynoso. Y allí solamente permitieron que hablara uno de sus voceros e ideólogos, de una agrupación insignificante y políticamente retrógrada, que se alimenta del oportunismo electoral para hacerse con puestos en el Estado. Y los panelistas Flor Rojas, del Instituto Nacional de Migración, Wilfredo Lozano, sociólogo investigador y especialista, tuvieron que marcharse, bajo el ataque de una claque de descerebrados, ineptos, borregos y estúpidos, que fueron conducidos hasta allí para hacer daño, para molestar y boicotear una actividad bien pensada y organizada bajo criterios intelectuales.
Pero no. Eso no es lo que desean. Quieren hacer bulto, quieren llamar la atención. Desean infundir miedo. Quieren mostrar que ellos son los que mandan en asuntos de políticas migratorias (que por cierto fueron premiados con el más importante cargo en Migración, y su labor fue un fracaso total). Pero, a falta de argumentos sólidos, de ideas bien sustentadas, se desbarran en las redes sociales con toda la hez que pueden colocar allí, insultando con sus pestilencias, arrastrando al que desee debatir en profundidad a un terreno en que ellos son expertos: la podredumbre y la fetidez.
Todos los días la Dirección de Migración apresa a extranjeros indocumentados, los depura y expulsa. También impide que quienes no tienen su documentación en regla ingresen a nuestro país.
La gente decente no debate en ese terreno, y por eso los nacionalistas se quedan solos y dan la impresión de que solo ellos hablan, y gritan a todo pulmón que solo ellos tienen argumentos. Pero es mentira. Todo su discurso se sustenta en la violencia y en alejar a todo el que tenga amplitud de mira, conocimientos y capacidad de análisis. No quieren el debate. Quieren el miedo, el terror y dar la impresión de que la única posición que existe sobre el tema migratorio es la suya.
Son unos delincuentes del debate. Intentan ganarlo sin argumentar y sin aportar datos. Y agitan y vociferan, como lo hicieron contra la Premio Nacional de Literatura Ángela Hernández, a quien agredieron y amenazaron de muerte. Trataron de atemorizarla, sin conseguirlo.
El dato es muy claro: En el país hay menos de medio millón de haitianos. Ellos representan el 87.2% del total de migrantes que tiene la República Dominicana. El 58.3% de los migrantes son hombres y el 41.7% son mujeres. El 39.5% de ellos se encuentra entre los 20 y los 34 años. Es gente joven, es mano de obra disponible, que ha buscado espacio donde ganarse la vida, sin despojar de la nacionalidad a ningún dominicano. Los dominicanos también somos migrantes y hemos migrado, y en Estados Unidos tenemos concejales dominicanos, y hasta un senador de origen dominicano.
Otra mentira reiterada está dirigida a crear la sensación de que el Gobierno dominicano no hace nada, absolutamente nada para hacer cumplir la ley de Migración. Se quiere hacer creer al común de la población que la frontera está totalmente abierta, que los militares y el personal de la Dirección General de Migración permite el paso de todo el que quiera entrar al territorio dominicano. Son puras mentiras. Todos los días la Dirección de Migración apresa a extranjeros indocumentados, los depura y expulsa. También impide que quienes no tienen su documentación en regla ingresen a nuestro país.
Se miente porque se quiere generar un pánico general, una histeria, y así llevar a la ciudadanía a tomar decisiones marcadas por el miedo.
Pero toda esta cháchara nauseabunda de los nacionalistas es una estafa, una distracción, una jodida forma de tratar de dividir a los dominicanos que buscamos solución a los asuntos fundamentales de nuestra sociedad.