José Miguel González Cuadra, director Ejecutivo del Proyecto La Barquita, dijo que en dos años el gobierno dominicana terminará la ejecución del programa de recuperación de ese sector con una inversión de 1,000 millones de dólares.

Es una inversión muy grande para colocarse en un sector geográficamente pequeño. Podría ser un modelo de intervención estatal, pero al mismo tiempo es lamentable que se produzca una concentración de la inversión en un grupo poblacional reducido, por más pobre y necesitado que se encuentre.

Hay pobres en todo el territorio nacional. Donde mayor marginalidad existe es en Santo Domingo, en donde la urbanización acelerada y salvaje ha producido los más terribles bolsones de miseria, en donde la productividad es escasa, pero el consumo de servicios es ampliamente extendido, e incluso donde no se paga la energía eléctrica.

El Proyecto de La Barquita, para ser ejecutado en dos años resulta inviable, porque podría generar una distorsión. Lo recomendable es que el proceso sea más largo, más reducido y en busca de insertar a las personas en la productividad, en la generación de empleos.

Inversión 1,000 millones de dólares en un barrio en dos años es dedicar esos recursos básicamente a obras de infraestructura. Es dinero para los ingenieros. Cuando las obras estén concluidas el hacinamiento volverá, como pasó con Las Caobas, un proyecto desarrollado por el gobierno de Joaquin Balaguer.

Este tipo de proyecto debe ser reflexionado, y si fuera posible ejecutado con apoyo de especialistas en el área social: antropólogos, sociólogos, urbanistas y organismos estatales relacionados con la promoción de las micro, pequeñas y medianas empresas.

Es una idea, con interés de optimizar los recursos estatales para reducir la pobreza.

Nota aclaratoria: El gobierno ha dicho que el proyecto sólo costará 4,000 millones de pesos, de acuerdo con los presupuestos y proyecciones, para construir 2,000 viviendas. Pero el monto total de la intervención se sabrá finalmente al concluir los trabajos.

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