A unas horas de haber celebrado el país, y los dominicanos en todo el mundo, el Día de Nuestra Señora de la Altagracia, vale la pena reflexionar sobre la religiosidad del pueblo dominicano, y en particular sobre la dinámica que sigue la institución más añeja y de presencia más influyente en la sociedad dominicana: La Iglesia católica.

La Virgen de la Altagracia es un símbolo importante para los dominicanos. Su aparición se vincula con la protección a los españoles que llegaron en 1492 y que enfrentaron y subyugaron a los aborígenes Caribes y Taínos, quienes por no ser cristianos, tenían otros dioses y otra visión sobre la formación del universo y su búsqueda de la trascendencia.

La Altagracia, como la virgen de las Mercedes, como la virgen del Cobre o nuestra señora de Guadalupe, representa siempre, en la religiosidad popular, la protección de los pobres, de los desamparados, de los desprotegidos, de los engañados y olvidados de la justicia social. Donde quiera que se encuentran, los dominicanos acuden en sus peticiones y oraciones a las dos vírgenes dominicanas más importantes: La Altagracia y las Mercedes. Una es patrona y otra protectora de los dominicanos.

Desde hace un tiempo hemos internacionalizado la devoción a la virgen de la Altagracia. El cuadro original de la virgen, que se encuentra en la Basílica de Higuey, ha sido reproducido, y esas reproducciones han recibido la bendición del papa Francisco, y las copias cuentan con las firmas del pasado nuncio apostólico, del arzobispo Francisco Ozoria, y del responsable de financiar la reproducción, un altagraciano devoto: Don Alejandro Grullón.

En la imaginación religiosa del pueblo dominicano, la virgen de la Altagracia trabaja para nosotros, atiende nuestras peticiones, derrama bondad y gracia para que nuestro pueblo eche adelante. Y por supuesto, los políticos siempre han acudido a la virgen como seguro para su entronque con sus aspiraciones y discursos de promesas. Escasos han sido los políticos que no acuden en peregrinación a escuchar los sermones de los obispos responsables de la provincia La Altagracia, en cada enero.

Habrá quienes tienen más fe, más devoción o saben cómo conseguir sus peticiones con más inteligencia para que se cumplan. Para muchos la virgen funciona. Otros no lo creen tanto. Si no fuera por la presencia de la virgen de la Altagracia, piensan algunos, ya la sociedad dominicana no existiera o habría sido arrasada por los ciclones o por algún terremoto. Su protección es la mayor y mejor defensa que tiene la sociedad.

Sin embargo, para que tengamos más éxitos, habrá que comenzar a hacer peticiones éticas y morales, y hasta políticas a la virgen para que podamos avanzar, para que se reduzcan las ambiciones de riqueza de los políticos y funcionarios que nos gobiernan. Habrá que pedir que cesen las ambiciones de continuismo en los presidentes que alcancen el poder. Que se queden un período, y hasta que gobiernen por uno más si lo logran, pero a partir de ahí no más. Al final no sabemos si la virgen está preparada para atender este tipo de súplicas. Lo ideal sería que ella no se preocupara por las banderas políticas, y que nos mire con compasión y comprensión. Este país necesita echar adelante, y es obvio que seguiremos contando con su ayuda.

Tal vez nuestra querida virgen de la Altagracia tiene la posibilidad de hacer caso a las peticiones del conjunto de los obispos, que se reúnen en la Conferencia del Episcopado Dominicano, y que cada año emiten una carta pastoral, además de un documento de reflexión sobre la realidad dominicana.

La última carta pastoral está dedicada a “La Eucaristía, Fuente de Comunión e Impulso de la Misión Eclesial”. Digamos que el contenido de esa carta puede llegar con más facilidad a la atención de la virgen de la Altagracia, por la lista de firmantes del documento.

Es un documento fundamentalmente doctrinal, enfatizando el rol de la eucaristía en la actualidad, pero se fija en los problemas que aquejan a los cristianos y altagracianos dominicanos. Es muy breve, pero dice cosas que ya algunos políticos han elogiado, calificando el documento como “visionario y valiente”

El documento se refiere a las estructuras dañinas que gobiernan y afectan a la sociedad dominicana. “Estas estructuras incluyen la violencia social e intrafamiliar, los  feminicidios, los abusos a menores, el tráfico de seres humanos, drogas y armas, la corrupción, la impunidad, la manipulación en la administración de la justicia, la equidad en la distribución de los bienes, la carencia de la solidaridad y todas las demás degradaciones sistemáticas de la vida o en contra de la dignidad humana”.

Es muy contundente y directo el documento. Habría que aunar esfuerzos y oraciones para que la virgen nos ayude a corregir esas estructuras que sostienen y mantienen esas injusticias. La virgen puede ayudarnos.