El juicio que se sigue al senador Robert Menéndez en Nueva Jersey, por corrupción, podría servir de ejemplo sobre la forma en que se analizan los datos relacionados con una relación quid pro quo, entre una autoridad, en este caso el senador Bob Menéndez, y un actor del sector privado, también en este caso el oftalmólogo de origen dominicano Salomón Melgen.

Acento ha dado seguimiento al proceso judicial contra ambos personajes. Ya el señor Melgen fue encontrado culpable de 67 cargos por un tribunal de la Florida, y solo se espera que se de a conocer la condena del juez sobre los abusos cometidos por Melgen contra ciudadanos estadounidenses y contra el sistema de salud subsidiado, conocido como Medicare, que implicaría la devolución de una gran cantidad de dinero recibido irregularmente hasta la suspensión de su licencia como profesional de la salud.

El proceso judicial en New Jersey, encabezado por el juez William Walls, tiene su centro en los sobornos que supuestamente habría recibido Menéndez de Melgen para resultar favorecido en sus relaciones con el sistema de salud de los Estados Unidos (el senador hizo esfuerzos en esa dirección) y para que departamentos del gobierno americano hicieran esfuerzos para que Melgen fuera beneficiado en sus reclamos de una concesión adquirida en la República Dominicana para administrar la inspección con rayos X en los puertos dominicanos. Todo ello a cambio de regalos, pagos de hoteles, préstamos de una villa en La Romana y donaciones de dinero en abundancia para las campañas electorales de Menéndez y sus colegas del Partido Demócrata.

Los medios de comunicación en los Estados Unidos siguen con atención este juicio al senador de New Jersey y a Salomón Melgen porque el dictamen del tribunal podría represar un precedente importante en el combate a la corrupción, especialmente la proveniente de agentes oficiales y del congreso norteamericano.

El juez Willian Walls tiene que tomar en cuenta la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia sobre lo que se denomina “actos oficiales”. Los funcionarios norteamericanos que fueron llamados y presionados por Menéndez para favorecer a Melgen no accedieron a tomar decisiones para favorecer a Melgen. Eso quiere decir, en palabras sencillas, que no hubo actos oficiales derivados de las presiones de Menéndez, y por tanto el llamado quid pro quo no ocurrió, lo que dejaría libre a ambos imputados de las acusaciones que el Ministerio Público (el Departamento de Justicia) ha presentado contra Menéndez y Melgen.

En lo que se adopta la decisión, que podría llegar a finales de octubre o principios de noviembre, hay lecciones claras para los actos de corrupción que se ventilan en los tribunales de dos estados de los Estados Unidos: La República Dominicana ha sido mencionada y sigue siendo mencionada como centro de los actos de corrupción que se cometieron entre Menéndez y Melgen.

En una villa en La Romana, propiedad de Melgen, se realizaban las fiestas y agasajos de Melgen a Menéndez. Sus amigos y familiares iban allí con todos los gastos pagos, con boato y privilegios muy especiales. En principio de habló de que a esos lugares eran llevadas mujeres que danzaban para el deleite de los presentes.

Fue en el consulado norteamericano en la República Dominicana donde se recibieron cargas, llamadas y peticiones de Menéndez para que las supuestas novias de Melgen pudieran ser visadas y pudieran visitar los Estados Unidos. Además, fue la República Dominicana donde llegaron los agentes especiales del FBI a recoger testimonios de testigos sobre las actividades del senador Menéndez en sus devaneos turísticos en la región Este.

Y es la República Dominicana la que otorgó la concesión portuaria a la empresa ICSSI, adquirida por Salomón Melgen para inspeccionar los puertos, y donde habría un extraordinario negocio durante décadas, y que Menéndez estuvo empujando para que finalmente le fuera reconocida como un derecho de Melgen. (Está pendiente una decisión del Tribunal Constitucional sobre ese pernicioso negocio, en donde instituciones del Estado y del sector privado rechazan la concesión por inconstitucional y fuera de cualquier lógica posible, porque la concesión establece un privilegio irritando a una empresa privada).

En el juicio en la corte penal de New Jersey ha habido varios testigos dominicanos, y en representación de empresas dominicanas, se ha mencionado mucho el contrato con la empresa de los rayos X, y hasta las mujeres dominicanas han hecho pasarela supuestamente por sus encantos y deseos de colocarse en lugares visibles en los Estados Unidos.

En el juicio a Menéndez y Melgen República Dominicana ha quedado como un paraíso para la corrupción. Lo que presentaron los fiscales y el tipo de debate que han tenido los abogados nos deja mal parados y como un lugar donde todo puede ocurrir. La decisión del jurado y la posterior sentencia del juez Walls serán relevante por las menciones que seguirá teniendo la República Dominicana en los medios de comunicación de los Estados Unidos.