La secretaría de Cultos del Partido de la Liberación Dominicana acaba de pronunciarse contra la decisión del presidente de la República, de observar el Código Penal aprobado por las cámaras legislativas.
El jefe del Poder Ejecutivo observó la reforma que el Congreso hizo al Código Penal porque contraviene derechos elementales, como el derecho a la vida de las mujeres.
Esa posición de un organismo del PLD colocándose al lado de las iglesias y de los sectores políticos y sociales más conservadores, contraviene la posición histórica que jugó el PLD desde su nacimiento y, además, los postulados del profesor Juan Bosch.
Ignoró la Secretaría de Cultos del PLD que el partido morado ha sido la entidad política que más ha sufrido como consecuencia del chantaje y la conspiración de los grupos conservadores de la Iglesia Católica, que se aliaban con los sectores más conservadores, casi siempre alrededor del Partido Reformista, otras veces alrededor del Partido Revolucionario Dominicano, y echaban manos de la religión y la fe para frenar a don Juan Bosch, presentándolo como ateo o anti clerical.
El presidente de la República, Danilo Medina, hizo lo correcto. Y el deber del PLD es darle apoyo al ejercicio gubernamental, en especial en temas de derechos humanos elementales, como el presentado por el presidente Danilo Medina. El organismo del PLD encargado de Cultos puede ser que entienda la función del Estado en relación al servicio que ofrece las entidades privadas religiosas, que se benefician del erario, pero que sirven a un fin específico, no vinculada con el papel del Estado ni necesariamente con lo más conveniente para la mayoría de la población.
Las Iglesias evangélicas y católica han sido ampliamente beneficiadas por todos los gobiernos. Sus criterios, ya sea por convencimiento o por chantaje a políticos débiles, se han impuesto, como ocurrió en 2010 con el debate sobre el artículo 30, luego 37, de la Constitución
El PLD sufrió en 1990 la campaña de descrédito que le fue montada para que el profesor Juan Bosch no pudiera llegar a la presidencia de la República, bajo la acusación de que había prometido un tratamiento igualitario a las iglesias evangélicas y católicas. Y fue el catolicismo más reaccionario el que sacó el expediente de la fe contra Juan Bosch, lo acusó de ateo y de hablar del “dato” religioso y no de una institución de fe. Entonces Lidio Cadet, ex sacerdote, era el secretario general del PLD, y contra esa organización se mantenía un rechazo visceral de algunos obispos y sacerdotes. Juan Bosch siempre fue claro en la necesidad de separar el Estado del rol que le tocaba a las iglesias, que es lo correcto en un país con instituciones laicas.
Previamente, cuando el país salía de la dictadura y cuando Juan Bosch aspiraba a gobernar el país, el sacerdote Láutico García le acusó de comunista y de ser ateo. Y se produjo un memorable debate entre el entonces candidato presidencial y el sacerdote. Bosch ganó las elecciones, pero siete meses después, con la campaña de algunos curas reaccionarios, el gobierno democrático fue derrocado, y Bosch se tuvo que ir al exilio. Y se sabe muy bien de las consecuencias nefastas de aquella interrupción del Estado de derecho y de la democracia dominicana.
Las Iglesias evangélicas y católica han sido ampliamente beneficiadas por todos los gobiernos. Sus criterios, ya sea por convencimiento o por chantaje a políticos débiles, se han impuesto, como ocurrió en 2010 con el debate sobre el artículo 30, luego 37, de la Constitución de la República.
Ocurre que en un ambiente desprovisto de una visión institucional, las iglesias quieren mantener el Estado bajo su sombra, con el control ideológico y moral sobre la mujer, incluyendo el dominio de su propio cuerpo y de su sexualidad.
El Estado tiene la obligación de poner en práctica políticas públicas. Y el presidente Danilo Medina ha ejercido un derecho constitucional al observar el Código Penal. El presidente Medina está actuando como lo hubiese hecho, con razón y honestidad, el profesor Juan Bosch. La Secretarío de Cultos del PLD actúa contrario a la tradición peledeísta, de defender la causa de las mujeres y de auspiciar políticas en beneficio de un sector que representa más del 50 por ciento de la población, como es el de las mujeres.
El sector conservador del PLD, aliado de los grupos trujillistas y derechistas más recalcitrantes, se auxilia ahora de la Secretaría de Cultos, en la práctica sin ninguna actividad social o política de relevancia, para contradecir las decisiones políticas del presidente Medina. Mientras Medina quiere conducir el país por la tradición democrática que enseñó Juan Bosch, ese grupo quiere retorcer al gobierno hacia las prácticas conservadoras de los tradicionales enemigos del PLD, de Juan Bosch y de las ideas más justas, liberales y democráticas.