dominicana del siglo antepasado, se quejaba de la existencia de politicastros en abundancia, en vez de políticos con conocimiento y calidad para el ejercicio de la función pública.
“Abundan tanto politicastros y son tan escasos los verdaderos políticos que, a veces, países poblados densamente no producen más de dos políticos, ni faltan ocasiones en que ninguno hay”, escribía el maestro el 31 de diciembre de 1921.
Exhortaba al pueblo a no hacer caso a los políticos irresponsables. “No haga, pues, el pueblo caso a los politicastros que ignoran la política. Para dirigir convenientemente los destinos de un país, sobre todo el épocas azarosas, es indispensable recurrir a los verdaderos políticos, porque sólo ellos saben combinar felizmente la teoría con la práctica, ahorrando así al pueblo sinsabores y desgracias”.
Once años antes, en 1909, José Ramón López había escrito un texto con el mismo tono, indignado por la naturaleza de los políticos dominicanos. Su texto aparece en El Dominicano, del 25 de mayo, titulado Politiqueando, y recogido por Andrés Blanco Díaz en Escritos Dispersos (Tomo II: 1909-1916), publicado por el Archivo General de la Nación.
Hoy que tantos políticos del siglo XXI se dedican al negocio ante la ausencia de ideales, y que denigran la ciencia más noble y digna después de la filosofía, según Juan Pablo Duarte, hace falta recordar las palabras del autor de La Alimentación y las razas.
“Entre los ciudadanos de la República un buen número se consagra a la política.
De ellos una parte, como Don Quijote, llevando por bandera el ideal, alta la frente, limpio el corazón y, como el mismo ingenioso hidalgo, faltos de timón, al garete hacia lo bueno, sin ver los escollos del camino ni hacer un inteligente esfuerzo por evitarlos. Van, como el filósofo griego Tales, con los ojos en el cielo, sin ver donde ponen los pies en la tierra.
La otra parte, a semejanza del escudero Sancho, monta en el asno y pone el pensamiento en la pitanza. Imagina y obra con el estómago y proscribe por completo el ideal, convirtiéndose en planta criptógama, sin una flor que la recomiende al aprecio de las gentes.
Uno y otro tipo son perjudiciales. El primero por falta de timón. El segundo por carencia de ideales.
Una hibridación de ambos tipos, la que hubiera timón guiando hacia el ideal, sería todo si es numeroso.
Pero, de ninguna manera es conveniente el gremio de políticos profesionalistas, sobre todo si es numeroso.
Porque más útil es a la patria quien siembra una mata de plátanos que quien dedica a la política una vida entera”.
Esta reflexión, hecha por un intelectual dominicano hace 106 años, pareciera no dejar dudas sobre la madera con que se construyó a los políticos dominicanos. Si observamos a una gran parte de los políticos de hoy y de ayer veremos que han dado continuidad a su genealogía y a su ADN, si tomamos las palabras de José Ramón López para describir a estos personajes que deciden nuestras vidas y el devenir de la vida del país.