La delincuencia ha desbordado a las autoridades nacionales. Es algo que hemos dicho y reiterado desde el año pasado. Tratando de recuperar el espacio perdido fue que el gobierno lanzó su plan de seguridad ciudadana.
El plan no se ha cumplido. El gobierno ha sido zigzagueante con su postura sobre la reforma de la Policía Nacional. El Procurador General de la República no ha sido contundente como jefe del Ministerio Público para que se apliquen medidas a los casos de delincuencia que lleguen a los tribunales.
Hay una sensación de apertura que ronda en la impunidad. El proyecto de reforma de la Policía Nacional fue retirado por el presidente de la República, luego de haberlo enviado al Congreso Nacional. El Ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, anunció que se retiraría a los policías de los servicios privados a empresarios, diplomáticos y de hogares, para dedicarlos a cuidar a la ciudadanía. Y no ha ocurrido.
No hay agentes policiales en las calles, en los lugares donde todo el mundo sabe ronda el peligro. Nadie encuentra un agente policial en horas de la noche, ni siquiera de tránsito. En algunos lugares aparecen agentes motorizados, pero sin capacidad ni recursos.
Los agentes policiales de más experiencia ganan menores salarios que los nuevos que fueron incorporados, y que no tienen experiencia ni entrenamiento. Hay un serio problema de falta de coherencia en el gobierno.
Ojalá que encuentren el rumbo, porque las autoridades parecen haberlo perdido en este tema de la seguridad ciudadana.
Es un grave error del gobierno incorporar militares en asuntos de seguridad. Es un error del gobierno acoger una guardia especial privada para las carreteras, manejada por el Ministerio de Obras Públicas. Lamentablemente, son decisiones a ciegas, que dejan en manos de la coherencia delincuencial la inseguridad de la ciudadanía.
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