¿Dónde están los políticos que inspiran a la sociedad? ¿Dónde están los pensadores con propuestas de justicia y equidad, que muestren datos convincentes y que nos ayuden a encontrar el camino que anda buscando la sociedad dominicana? ¿A dónde se fueron los empresarios soñadores, aquellos que piensan en sus intereses y los combinan con los intereses del país, porque si el país no prospera no hay posibilidad de hacer negocios?
La República Dominicana anda pobre de propuestas, pobre de liderazgos, pobre de grupos empresariales con ambición de la buena, pobre de utopías sociales y pobre de líderes que inspiren y entusiasmen a la sociedad con la idea del progreso.
Se entiende que ese rol deben jugarlo las autoridades. Desde el presidente de la República, pasando por los ministros, funcionarios, legisladores y hasta los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, todos tienen la responsabilidad de convencer al país de que tenemos un proyecto de nación, relacionado con la justicia, la equidad, la solución de los grandes desafíos. Sin embargo, nada de eso funciona.
El presidente está en lo suyo, en la política, luchando dentro de su partido para cambiar la Constitución y conseguir una oportunidad de reelegirse. Es lo que ocurre con los políticos ambiciosos, que se enamoran del poder por el poder mismo y no por un ideal, una visión de nación. Juan Bosch, por ejemplo, tenía propuestas muy claras de cómo organizar el país, de cómo ahorrar, de cómo ayudar a los sectores productivos y cómo sacar de la miseria a millones de dominicanos, tantos de los cuales viven en la ignorancia.
Los ministros y funcionarios, y legisladores, andan trabajando ardorosamente en el proyecto de permanecer en el poder, de mantener sus posiciones, y no en asumir la responsabilidad que les toca para hacer frente a los problemas nacionales. Hablan y debaten sobre la reunión del sábado del Comité Central, en el Senado y la Cámara de Diputados se ingenian proyectos para modificar la Constitución, para permanecer en el poder, no para reducir la pobreza, o el analfabetismo, y la historia de iniquidades acumuladas que tiene la sociedad dominicana.
Esa falta de liderazgo parece un hecho consumado. La gente dice que con la muerte de Juan Bosch, Peña Gómez y Balaguer se fueron los idealismos y nos hemos quedado en los pragmatismos, con políticos con grandes carteras, que nunca terminan de saciar sus ambiciones.
El cuadro político nacional tiene poco de dónde alimentarse. Ni siquiera los partidos y líderes de oposición inspiran o generan confianza. El discurso, como instrumento para convencer y encantar, no les funciona. Sus actuaciones no son coherentes y eso da pie a los grupos y propuestas conservadoras o indignantes, como el nieto del dictador, que se siente envalentonado porque las encuestas lo colocan en posiciones privilegiadas.
El cuadro internacional tampoco alienta o inspira. El mundo está en crisis, las potencias establecidas y las emergentes andan con políticas inestables o esquizofrénicas. Países de América Latina que fueron ejemplo o fuentes de inspiración, como Argentina o Brasil pasan por momentos muy difíciles, con liderazgos disminuidos y con potenciales presidentes salido de lo más dañado del pensamiento político y social, como ocurre en Brasil, que irá a elecciones de segunda vuelta este mes.
Incluso el liderazgo moral de la Iglesia Católica, que en el pasado servía de luz inspiradora para políticas sociales o de mediación, se ha ido a pique. La corrupción, el descalabro moral, la pederastia, la división como entidad, y hasta la reducción de su influencia política, la ha desautorizado para influir o reencauzar los pasos que vamos dando.
¿Podría el liderazgo local ser fuente de inspiración? Ojalá y sea posible. ¿Podría Marcha Verde, como movimiento que postula por un ideal de justicia, representar muchas de las aspiraciones en desbandada? Tampoco lo sabemos. Ojalá que los intelectuales asuman un rol más activo y contribuyan en la reflexión en busca de nuevos postulados y liderazgos, sin abandonar el compromiso con la sociedad, con la justicia, con la equidad y con las reivindicaciones de los jóvenes, de las mujeres, de los campesinos. Ojalá sea posible.