El transporte público de pasajeros es vergonzoso en la República Dominicana. Los conductores y administradores del transporte no respetan la dignidad de las personas que usan ese servicio, y tampoco respetan las vidas, pues las ponen en peligro en cada brutalidad que cometen para agredir a los demás usuarios de vehículos, sean públicos o privados.
Por eso no es extraño que un pobre anciano haya sido lanzado brutalmente de un autobús por parte del conductor. Lo mismo pasa con personas pobres, con negros, con discapacitados o con personas obesas, que son agredidas frecuentemente por los choferes del transporte público.
Tampoco es extraño que los autobuses del transporte colectivo haya asaltos, agresiones, robos, abuso de poder todos los días. Y que los agentes de policías, responsables de organizar el tránsito, sean testigos de cuantos abusos se cometen y no hagan absolutamente para corregir la desgracia de todos los días en las calles de las principales ciudades del país.
En los últimos días han resultado muertas más de 20 personas en accidentes de tránsito. En las diversas autopistas los accidentes alarman. No es extraño por ejemplo que un autobús con turistas tenga un fatal accidente en el este del país, o que un camión y un minibús choquen de frente en la autopista Juan Pablo II, con 13 muertos, o que otros 13 mueran en la Autopista Duarte, y 24 queden heridos por un accidente ocurrido por la imprudencia de alguno de los conductores.
Ahora es frecuente que los accidentes involucren a varios vehículos, como acaba de ocurrir en la Autopista Duarte el pasado viernes, donde 20 personas resultaron heridas. Y en estos casos hablamos de los accidentes con muertes múltiples, como el automóvil que esta semana llevaba 7 personas, incluyendo dos en la cajuela, y chocó frontalmente con un minibús, dejando una estela de sangre y dolor. Los muertos eran casi todos jóvenes menores de 30 años. También hay que hablar de los accidentes en que están involucradas motocicletas, que se comenten poco.
La tragedia debe llamar la atención de las autoridades y motivar la búsqueda de opciones para aminorar estos accidentes. La República Dominicana es el segundo país del mundo con más accidentes letales, luego de una isla del pacífico. La letalidad es de 41.7 muertos por cada 100 mil habitantes.
República Dominicana tiene 2.9 millones de vehículos, de los cuales la mitad son motocicletas. Una gran parte de las motocicletas se utilizan en el llamado motoconcho, que no es otra cosa que transporte público en motocicletas. No hay normas, las motocicletas no siquiera placa llevan, y allí se vive en una especie de submundo, con abusos al por mayor, con asaltos, con desprotección, ausencia de regulación oficial y nadie que proteja a los ciudadanos de a pie.
Un cálculo realizado por una red especial sobre el transporte de pasajeros informó que en dos años, entre el 2011 y el 2013, la República Dominicana perdió 4,090 millones de dólares por efecto de 14,717 accidentes. “Cada tragedia de tráfico le cuesta al país 67 veces su PIB per cápita, aunque no tenemos un Plan Integral concebido en una ley de Seguridad Vial”, dijo la entidad.
Estar entre los primeros lugares del mundo en muertes por accidentes debe motivar alguna acción especial de las autoridades. No se trata de colocar más agentes policiales, por ejemplo, en las carreteras. Ya la gente no respeta a los agentes. Tampoco respeta el derecho de los demás usuarios de vehículos. Hace falta una campaña de educación vial, donde se respeten las señales de tránsito y violar una disposición, como la vía contraria, la luz roja o el exceso de velocidad tenga consecuencias.
Hay que revisar las condiciones para entregar una licencia de conducir. Al momento de entregar una licencia hay que educar a las personas en el derecho de los demás y en el respeto estricto a las señales de tránsito. También tienen que tomar medidas con los conductores de autobuses de servicio público, con los conductores de vehículos pesados, con los motociclistas, incluyendo los que transportan personas en motocicletas, para que se reduzcan los accidentes, las muertes, la invalidez por accidente y con ello los altísimos costos de los seguros de vehículos en el país.
Es al gobierno que le toca tomar la iniciativa. Para ello tiene la Policía Nacional, la Autoridad Metropolitana de Transporte, la Organización Metropolitana de Servicios de Autobuses, la Dirección de Tránsito Terrestre del Ministerio de Obras Públicas, la Oficina Técnica de Transporte Terreste, la Oficina para el Reordenamiento del Transporte Terreste o la Oficina de Tránsito Terrestre del Ayuntamiento del Distrito Nacional. Y olvidemos muchas otras entelequias estatales como la Oficina Nacional de Transporte Terrestre y alguna otra creada por decreto del Poder Ejecutivo. Es una vergüenza lo que está ocurriendo con el tráfico vehicular, las ferreteras y los accidentes.