¿Qué pasa con la sociedad dominicana que no expresa ningún sentimiento de indignación? ¿Es esta una sociedad indiferente, que no le importa lo que hacen sus dirigentes? ¿O nos acostumbramos tanto a que los líderes hagan lo que les venga en ganas que ya permitimos todo y no exigimos nada?
El presidente de la República no habla con los medios dominicanos, solamente concede entrevistas a los grandes medios extranjeros, como El País de España, CNN de Estados Unidos o Le Fígaro de Francia. Y nada pasa, los medios de comunicación no expresan ningún sentimiento de indignación ni actúan. Y siempre reproducen lo que dice el presidente a los medios extranjeros, que por cierto tienen menos capacidad y menos conocimiento de lo que ocurre en el país. Y los medios no se indignan.
Se impone un reforma fiscal regresiva, con un fuerte impacto en las masas populares, y la capacidad de indignación y de resistencia es nula. Mientras en España, por ejemplo, los jóvenes y desempleados se manifiestan contra la corrupción del mundo político y gubernamental, en la República Dominicana la capacidad de movilización es casi nula. La reforma fiscal no se discute, se impone. Y los ricos negocian que tenga menos impacto en ellos, mientras que todo el paquete puede ser transferido a los usuarios de los servicios financieros y empresariales. Y es poco lo que se puede decir. Y la gente no sale a las calles a protestar.
Los combustibles tienen unos impuestos abusivos, pese a que tenemos un acuerdo de facilidad con Petrocaribe. El gobierno no transfiere al pueblo los beneficios de Petrocaribe y se endeuda hasta la coronilla, poniendo al país a pagar hasta 100 pesos adicionales en impuestos a los combustibles. Y pese a ello la Ley de Hidrocarburos no se cumple, los precios no suben cuando sube el petróleo ni baja cuando baja el petróleo. Es algo medalaganario y polítiquero. Y pocos salen a la calle indignados a decir que esto no puede seguir.
Un grupo de políticos, militares y comunicadores se reparten públicamente un bien público, como el vacacional Ercilia Pepín de Jarabacoa, y nada ocurre. No se procesa judicialmente a nadie, no se pide cuenta a los beneficiarios, y todo el mundo guarda silencio, incluyendo los periodistas y directores de medios beneficiados con un acto vulgar de corrupción. Y nadie dice nada, y menos aparece un fiscal dispuesto a investigar esta barbaridad.
Los imputados en el caso Figueroa Agosto, que se conoce en la justicia, revelan los vínculos de un senador con varias de las personas encartadas en ese proceso. Algunas entidades y medios piden que se haga una investigación de ese funcionario, y nadie responde. Nada ocurre. Es como si la corrupción y la usurpación del poder se pudiera utilizar para beneficio personal sin consecuencias, aunque de por medio haya hurto, crímenes y otros delitos. Y nada ocurre.
Un senador, el de la provincia La Altagracia, hace y deshace, utiliza los recursos públicos, se la audita y se descubren numerosas irregularidades en la Liga Municipal Dominicana, pero nada ocurre. En cambio se escoge en la posición, para sustituirle como secretario general, a un familiar y subalterno suyo. Amable Aristy va al Senado, se denuncia que recibe dos villas en un vacacional del Estado, y en la Cámara de Diputados no aparece nadie dispuesto a pedir que sea investigado y sometido a juicio. Y el país sigue igual.
La lista puede seguir. Hay muchas barbaridades que siguen cometiéndose con la dignidad y la institucionalidad del Estado, como el robo en el Seguro Médico de los Maestros, como el abultamiento de los precios en la construcción de los parqueos de la UASD o en la construcción de la cárcel pública de Higuey, y nadie investiga nada. La presidencia de la República ha dicho que ha conseguido docenas de beneficios en los viajes del presidente, y cuando se indagan esos beneficios no son tales. Y nadie investiga, y la justicia es apenas un muñeco de trapo colocado en el presupuesto nacional.
La pregunta es si estamos hechos de un material diferente al de los ciudadanos de otros países, que se movilizan, se indignan, salen a las calles a crear ciudadanía y a decir no a los políticos vagabundos y corruptos. En los países árabes ocurrió una revolución en los últimos meses. Y por aquí no pasa nada.
Dejamos la pregunta abierta, para que los ciudadanos, nuestros lectores, nos sugieran ideas de qué nos pasa, que no nos indignamos y tomamos decisiones más contundentes para decir no al estado de impunidad imperante.