Hamlet Hermann cumple hoy dos años que se nos fue. Esa ausencia ha sido dolorosa. Su actualización de lo que pasa en el país y en el mundo, con su criterio y punto de vista, nos falta. Sistemático como era, que todo lo apuntaba en sus cuadernos, tenía las explicaciones más originales y fuera de lo común de los acontecimientos políticos, históricos o de los sucesos de actualidad, a los que siempre ponía atención. Nada era ajeno al seguimiento de Hamlet Hermann.
Tenía el criterio de que las páginas sociales de los diarios, que eran consideradas como insulsas por los políticos e intelectuales, contenían más información sobre nuestra política, nuestra cultura y nuestra economía que las secciones especiales dedicadas a esos temas.
Atendía con cronogramas los temas en los que se especializaba, algunos vinculados a su ejercicio profesional como ingeniero. El transporte público, por ejemplo, y las políticas para resolver el caos vehicular en las grandes ciudades. Todo lo anotaba y trataba de encontrar las explicaciones más originales. Entendía que no hay solución al entaponamiento de vehículos sin un acuerdo con los colegios y escuelas de las clases medias y altas de la capital, sobre los horarios de entrada y salida a esos centros. Estaba convencido de la necesidad de colocar horarios diferenciados, desde las 6 hasta las 9 de la mañana, para iniciar, y en esa misma medida, los que iniciaban más temprano salían más temprano. Siendo director de la Autoridad Metropolitana de Transporte hizo un extraordinario esfuerzo para conversar con los colegios y escuelas, pero siempre encontró negativas. Las escuelas y universidades eran responsables de este problema, decía, aparte de los funcionarios oficiales que tenían negocios relacionados con el transporte.
En una ocasión decidió que necesitaba mejorar su estilo de escritura y que debía escribir cuentos y algunas historias de ficción. Se inscribió en un curso de escritura literaria y alcanzó notables progresos. Sus cuentos, cuadernos, notas sobre el curso y lo que de allí salió debe estar en manos de sus herederos familiares, que en su momento -entiendo- lo darán a conocer.
En esas mismas andanzas estaba desde hacía muchos años atrás. Fue Juan Bolívar Díaz que le convenció de escribir una columna semanal, que entra ambos titularon “Con las riendas tensas..”, tomado de los versos de León Felipe. Esa columna despertó su amor por la escritura, y fue tan apasionado y dedicado que nos dejó más de 30 libros escritos, sobre los temas más variados.
Su primer libro fue el relato de la guerrilla de Francis Caamaño, el movimiento armado en el que participó en forma protagónica y logró sobrevivir, con Claudio y Toribio Peña Jáquez. “Caracoles: La guerrilla de Caamaño” se vendió como edición especial, conjuntamente con el diario El Sol, y su precio inicial fue de un peso. Hasta ahora, es el libro de mayor circulación en la República Dominicana. En su primera edición se vendieron 80 mil ejemplares. Desde entonces la publicación de libros de su autoría fue una constante en la vida de Hamlet Hermann. Ganó varios premios nacionales en ensayo y en historia con algunos de sus libros. Investigó, escribió y publicó la más detallada y completa biografía de Caamaño, y cumplió una tarea autoasignada al recoger la historia desde niño y hasta su inmolación de Eberto Lalane José, recogida en un libro que él tituló “El Fiero”.
Cuando pocos lo estaban sorprendió al país con uno de los ensayos históricos más brillantes sobre las negociaciones en 1965, patrocinadas por la Organización de Estados Americanos, que condujeron a un pacto -impuesto por los Estados Unidos- para el ceso de la guerra civil, y la instalación del gobierno de Héctor García Godoy.
Los últimos años de su vida los dedicó a escribir la historia de las relaciones entre Cuba y su revolución y la República Dominicana. El primer tomo, brillante, abarcó la historia del movimiento antitrujillista y su relación con la revolución cubana y con el liderazgo de ella, en especial con la figura de Fidel Castro, como antitrujillista, antillanista y antibatistiano.
Muchas actividades habrá que hacer para recordar a Hamlet Hermann. Patriota, intelectual, ingeniero, humanista, urbanista y en particular padre de familia que dejó una gran obra en sus herederos, sus hijos. Su mejor obra en realidad son sus hijos e hijas. Ellos lo saben y ya han anunciado la intención de mantener vivo el pensamiento y la labor engrandecedora y bienhechora de Hamlet Hermann a través de una fundación que lleva el nombre de su padre.
En este segundo aniversario de la partida del querido Hamlet Hermann, nuestro recuerdo amoroso y de admiración y respeto, y nuestro más cálido abrazo a los creadores de la fundación Hamlet Hermann.