Hoy se cumplen 5 años de la partida de Hamlet Hermann. El 19 de enero de 2016, mientras transitaba por la avenida George Washington, le sorprendió un desmayo repentino, y fue llevado al centro médico más cercano, en la avenida Independencia muy cerca de la Máximo Gómez. No hubo oportunidad. La República Dominicana carece de sistemas y estructuras de salud de atención rápida en situaciones como esa. Y se nos fue Hamlet Hermann.

A Hamlet no es posible olvidarlo.

De ingeniero y profesor Universitario pasó a ser parte de un movimiento guerrillero, luego estuvo en el exilio, y a su regreso al país, con la llegada al poder de Don Antonio Guzmán y el Partido Revolucionario Dominicano, se reintegró a sus actividades productivas, y fue ingeniero y consultor al servicio de proyectos privados, posteriormente le correspondió crear la Autoridad Metropolitana de Transporte, y entre una ocupación y otro publicó 15 libros técnicos, históricos, políticos, de relatos y ensayísticos. Jamás se cansó y siempre fue un hombre vital, cargo de proyectos, anotaciones y siempre tenía a mano una iniciativa, que sustentaba en datos y análisis históricos.

Pocos intelectuales dominicanos han analizado los períodos de la historia política dominicana con la pasión con que lo hizo Hamlet Hermann. Hamlet tenía cronometrado que los grandes momentos del pueblo dominicano ocurrían entre febrero y abril. Y se abrazaba de los datos que le aportaba la historia. Apasionado de las biografías, construyó dos de los acontecimientos biográficos mejor elaborados con que cuenta nuestra historiografía: las de Francis Caamaño y la de Eberto Lalane José (El Fiero). Trabajó la divulgación de la biografía más completa que se hizo en Cuba de Fidel Castro, y reeditó el libro de Piero Gleijeses sobre la revolución de abril de 1965.

El legado que nos ha dejado Hamlet Hermann no puede diluirse con el tiempo. No importa que hayan pasado cinco años de su fallecimiento. Hamlet sigue presente, porque son muchas sus obras y su ejemplo. Su familia, y en particular sus hijos y sus amigos, deben comprometerse con la conservación de ese legado, el rescate y hasta continuación de sus investigaciones. Y sus obras agotadas hay que reeditarlas. Hace falta que ese compromiso se mantenga.

Sabemos que sus hijos trabajan en el lanzamiento de la Fundación Hamlet Hermann. Es una tarea que les corresponde y en la que deben contar con los amigos y allegados que acompañaron siempre, o casi siempre, a Hamlet. Fue tan innovador y disciplinado que, convencido de la necesidad de mejorar su escritura, hizo y completó un curso de escritura creativa que fue impartido desde España. Escritura creativa que no separaba de sus investigaciones históricas y sus documentos para el ensayo, llegando a alcanzar el Premio Nacional de Ensayo con su libro Eslabón perdido; Gobierno provisional 1965-1966.

Como cada 19 de enero, fecha de su partida en 2016, y como cada 5 de octubre, día y mes de nacimiento, lo recordamos y lo seguimos queriendo, entrañablemente, como el hermano, el amigo, el consecuente hombre de acción que fue durante toda su vida.