La política dominicana está bajo control del Partido de la Liberación Dominicana. Este partido gobierna consecutivamente desde el 2004 y pareciera dirigirse a gobernar -con Danilo Medina reeleccionista- hacia el 2020.

Aparte de controlar el gobierno, el PLD y los peledeístas se han encargado de gobernar los gobiernos locales, de controlar las organizaciones municipales, profesionales, las universidades, los sindicatos y gremios especializados, y a hasta los más influyentes medios de comunicación del país.

Ese control explica que los órganos de mediación también estén en manos del PLD y del gobierno: Tribunal Constitucional, Suprema Corte de Justicia, Junta Central Electoral, Tribunal Superior Electoral, y las instancias del Congreso Nacional.

Los partidos políticos, que les corresponde el rol de opositores y de vigilar la salud del sistema democrático, están más ocupados en buscar migajas que en ponerse en condiciones de aprovechar los errores o desaciertos del gobierno y sus aliados.

El Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) eligió su candidato presidencial en la persona de su presidente, Federico Antún Batlle, pero no ha despertado interés ni ha realizado una política de oposición, tomando en cuenta que conserva la condición de aliado del gobierno. El candidato presidencial fue hasta hace poco presidente del Banco Nacional de Fomento a la Producción y la Vivienda, y el cordón que le une al presidente de la República y al gobierno no ha sido cortado. Pocas personas lo ven como un factor de oposición o como un partido con vocación de poder, pese a que es la fuerza política que más años ha gobernado en la joven democracia dominicana.

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) eligió su candidato presidencial en la persona de su presidente, Miguel Vargas Maldonado, pero no despertó interés, sino rechazo. Ese partido se dividió y las actuaciones de su dirigencia se colocaron desde la campaña electoral del 2012 en la acera del partido de gobierno. Eso favoreció a Miguel Vargas Maldonado, quien conservó el control legal del PRD, y acaba de anunciar un acuerdo con el presidente Danilo Medina, para apoyarle en la reelección presidencial. Ya Vargas no será candidato y algunos de sus seguidores comienzan a ingresar al gobierno.

El Partido Revolucionario Moderno (PRM), de creación reciente, emerge como la fuerza política principal de la oposición. Realizó su convención y escogió a Luis Abinader como su candidato presidencial. Articular una candidatura y componer un discurso crítico le ha sido difícil a esta fuerza, que todavía no encuentra el blanco político por donde ganar adeptos y comenzar a corroer las fuerzas políticas del gobierno. Como escribió Rosario Espinal, hay muchos problemas en la sociedad dominicana que pudieran servir de enganche al discurso opositor, pero todavía no termina de cuajar en la consolidación de Luis Abinader.

Dominicanos por el Cambio, dirigida por Eduardo Estrella, se aproxima esta semana a un pacto con Luis Abinader, lo que es básicamente un punto de apoyo moral y estratégico para el PRM, tomando en cuenta que el ingeniero Estrella tiene aún simpatías entre una parte de las desbandadas huestes reformistas, de donde procede, y se le considera una persona honesta, bien  preparada y con vocación política diferente de los depredadores del erario que comúnmente presiden fuerzas políticas pequeñas.

Alianza País, que encabeza Guillermo Moreno, es una de las organizaciones con más virilidad en la oposición. Una estructura pequeña, pero ágil, le ha granjeado simpatías elevadas en los últimos meses. Luego del lanzamiento de la candidatura de Luis Abinader, y al consolidarse la candidatura reeleccionista de Danilo Medina ha resultado afectado. La posible polarización afectará a Guillermo y sus aspiraciones. Obvio que le falta dinero para hacer campaña y sentirse más, y que la Junta Central Electoral ha sido un punto clave para obstaculizar su reconocimiento legal.

Opción Democrática, que encabeza la diputada Minou Tavarez Mirabal, es una fuerza política pequeña, a punto de ser lanzada, que no ha sido medida o cualificada y que podría ser un elemento novedoso en la campaña electoral.

Alianza por la Democracia, que encabeza Max Puig, es la fuerza más clara en su discurso, sin miedo, con más vocación de confrontación y con propósitos bien definidos. Tiene a la diputada Guadalupe Valdez, como vocera en una instancia que mueve reconocimiento público, pero sigue siendo una fuerza política pequeña. El sistema político no ha dado lugar al crecimiento de organizaciones políticas nuevas. Tradicionalmente ha sido así, con la excepción del PRM, que ya tiene simpatías cercanas al 20 por ciento del electorado, pero que trae fundamentalmente las simpatías derivadas del viejo PRD.

Como están las cosas, con una tranquilidad sorprendente en el PLD -porque el poder es generador de estabilidad- hace falta un gran acontecimiento político para conmover un poco el aburrido ambiente en que se debate la política dominicana hoy día. ¿Tendrán Luis Abinader, Eduardo Estrella, Guillermo Moreno, Max Puig y Minou Tavarez Mirabal la  posibilidad de conseguir ese acontecimiento?