El diputado Víctor Gómez Casanova ha presentado un proyecto que titula El Valor de la Mujer, para sustituir la conmemoración del 25 de noviembre como el Día Mundial de la No Violencia contra la mujer.
Ese día fue establecido por las Naciones Unidas para profundizar la lucha mundial contra la violencia masculina, que se expresa en insultos, golpes, trompadas y asesinatos de mujeres, simplemente por razones de género. La cultura machista se sustenta en la idea de que la mujer es propiedad de los hombres y que por tanto puede ser objeto de golpizas y de crímenes.
Numerosas organizaciones han rechazado la idea del diputado perredeísta. Pese a la expresión de que no se trata de evitar la lucha por la dignidad de las mujeres, sino de resaltar el valor de las mujeres, las organizaciones de mujeres insisten en que se trata de un intento velado por atomizar un movimiento que cada día crece en procura de la defensa de las mujeres.
La idea produce escalofríos, porque de fondo pretende la invisibilidad de las Hermanas Mirabal, símbolo de la presencia de la mujer en la política, en primer lugar, y símbolo del martirilogio femenino dominicano contra la dictadura.
"Ese día tiene su origen en el primer encuentro feminista de América Latina y el Caribe realizado en Colombia en el año 1981, donde se eligió ese día para visibilizar y llamar la atención de los Estados sobre las diversas formas de violencia de que somos objeto las mujeres", dijeron las organizaciones de mujeres. Y tienen razón.
Si quieren establecer un día del valor de la mujer que ubiquen otra fecha. Tal vez podría ser el Día de las Madres, o el Día de la Mujer, el 8 de marzo, o la fecha de nacimiento de María Trinidad Sánchez. Sin embargo, que no se pretenda sepultar el significado del 25 de noviembre, que es la única fecha universal establecida por las Naciones Unidas referida a la República Dominicana, para recordar la valentía y el martirio de las mujeres que lucharon por la libertad en la República Dominicana.
La motivación principal que tuvo la ONU para declarar este día fue el reconocimiento de que la violencia contra la mujer constituye un obstáculo para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz, y es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer. Es lo que han dicho las organizaciones que rechazan la propuesta de Gómez Casanova.
"Aunque estamos plenamente seguras de que este intento no logrará pasar del ámbito doméstico, nos preocupa porque nuevamente el Estado dominicano será puesto en tela de juicio en el ámbito internacional por pretender retroceder, esta vez en la conquista que tantos esfuerzos ha costado a las mujeres y a la comunidad internacional en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y las niñas", dijeron las organizaciones de mujeres.
El Congreso Nacional puede ocuparse de otras tareas, que son las que le tocan, para proteger a las mujeres. Una es precisamente contradictoria. Los diputados dieron su visto bueno la pasada semana a un nuevo Código Penal que condena a las mujeres a la muerte, en caso de estar en riesgo de morir por un embarazo complicado, por una violación o por un incesto. Lo que decidieron los legisladores es que las mujeres tienen que morirse, y que los médicos y profesionales de la salud que las ayuden a evitar un embarazo que las lleve a la muerte, tienen que ir a la cárcel como criminales.
Incluso, el Código Penal nuevo acepta que una persona en defensa propia asesine a otra persona, y la exime de responsabilidad, pero la mujer para proteger su propia vida tiene que aguantar y esperar la muerte, pero no puede defenderse ni sobrevivir, como en el caso de Esperancita, nombre que se dio a la niña con leucemia, que resultó embarazada y que para vivir había que hacerla abortar. Los “defensores” de la vida en la República Dominicana evitaron el aborto y prefirieron que ella muriera junto a la criatura que llevaba en su vientre.